De mudanza en el Partenón

El Nuevo Museo de la Acrópolis está terminado. Hasta él se están trasladando los primeros frisos del Partenón y el Gobierno griego ha aprovechado para reclamar los que se conservan en Londres.
El Nuevo Museo de la Acrópolis está terminado.
El Nuevo Museo de la Acrópolis está terminado.
El Nuevo Museo de la Acrópolis está terminado.

El famoso Partenón de Atenas, símbolo de la Grecia clásica, se desprende de sus míticos frisos y reliquias para depositarlas en el Nuevo Museo de la Acrópolis, a unos 300 metros del monumento, donde estarán a salvo de la erosión y el deterioro. Parte de un bajorrelieve, de 2,3 toneladas, ha sido la primera pieza del templo del Partenón que ha sido desplazada. El trabajo se hizo gracias a una de las tres gigantescas grúas instaladas a ese efecto.

Grecia ha aprovechado este traslado para reivindicar de nuevo y como «un deber a la civilización mundial» la restitución de gran parte de los frisos de mármol que desde hace dos siglos se encuentran en el Museo Británico de Londres.

Una vieja reivindicación

La fallecida actriz Melina Mercuri, ex ministra de Cultura griega, inició en la década de los ochenta una campaña mundial para el regreso de los frisos del Partenón, expoliados por el séptimo conde de Elgin, Thomas Bruce, alrededor de 1801.

Hasta ahora, una de las excusas esgrimidas por el Museo Británico de Londres para no devolver los frisos es que éstos estaban mejor custodiados y conservados en un museo y no al aire libre, como habrían estado de haberse devuelto a su ubicación original en el Partenón. Con la construcción y puesta en marcha del nuevo centro de conservación, que se ha demorado tres décadas, el Gobierno griego quiere desmontar ese argumento.

Por el momento, el proyecto del transporte implica más de veinte contenedores especiales que trasladarán un total de 300 toneladas de vestigios, en una operación que cuesta 1,6 millones de euros y que durará unos tres meses.

Historia del expolio

Los otomanos utilizaron el templo del Partenón como polvorín durante la guerra contra los venecianos, y el 26 de septiembre de 1687 éste fue bombardeado y el edificio saltó por los aires.  Thomas Bruce, quien fue embajador británico en el imperio Otomano, decidió salvar del destrozo los restos del  Partenón y los trasladó a Inglaterra en 1801. Muchas piezas se perdieron en el naufragio y el resto se vendió al Museo Británico de Londres.

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