La mirada triste y angelical de Sibylle Bergemann, la mejor fotógrafa de Alemania del Este

  • La poética reportera y documentalista de la República Democrática de Alemania cumpliría ahora 75 años. Murió en 2010 de un cáncer.
  • Para conmemorar el aniversario y recordar una carrera apasionada, editan una extensa antología de una artista que convertía en 'ángeles' a todos sus modelos.
  • 'Me pongo a pensar en las fotos que podría hacer y aún no he hecho y no logró conciliar el sueño', decía para explicar el ansia por retratar el mundo.
Una niña se columpia en Berlín del Este en una foto de Sibylle Bergemann
Una niña se columpia en Berlín del Este en una foto de Sibylle Bergemann
Courtesy Loock Galerie © Nachlass Sibylle Bergemann; Ostkeuz
Una niña se columpia en Berlín del Este en una foto de Sibylle Bergemann

"Siempre que pienso en Sibylle Bergemann, pienso en ángeles. De un modo u otro, los ángeles aparecen en sus imágenes una y otra vez: míticos seres híbridos que repentinamente surgen de la nada y, durante segundos, anunciar un mensaje para la eternidad". En un texto de título dulce —Buenos días, dulce y mágico ratoncito— que no oculta el cariño personal , el historiador Ingo Tubhron dice todo lo necesario para entrar en la mirada incansable y compasiva, empática y levemente surreal, de la que fuera la mejor de las fotógrafas de la extinta República Democrática Alemana.

Muerta de cáncer en 2010, cuando tenía 69 años, Bergemann practicó la fotografía con una voracidad que tenía tanto de necesidad vital como de tic nervioso derivado de una apasionada neurosis. "Me pongo a pensar en las fotos que podría hacer y aún no he hecho y no logró conciliar el sueño en toda la noche", declaró en alguna ocasión para explicar dos enfermedades complementarias: el insomnio y el ansia por retratar el mundo.

Inmerecido olvido

Inmerecidamente olvidada —o, al menos, dejada en un plano muy secundario cuando se habla de los reporteros y documentalistas de su tiempo, entre mediados de los setenta y los primeros años del siglo XXI—, Bergemann recibe ahora un homenaje en forma de cuidada y extensa antología.

El libro, editado por Kehrer [188 páginas, 48 euros], conmemora que la artista hubiese cumplido este año tres cuartos de siglo y visibiliza una obra que todavía sufre por los injustos términos sociales, culturales y políticos que convivieron en la unificación de Alemania, siempre favorecedores de la parte occidental-capitalista y tendentes al ninguneo de la oriental-comunista.

'Un rompecabezas, una incertidumbre'

"Toda imagen de Bergemann oculta un rompecabezas, una incertidumbre, algo inexplicable: el misterio del fotógrafo, el misterio de las cosas, el misterio de las personas", añade con precisión Jutta Voight en el texto Belleza y duda, otro de los tres ensayos incluidos en el tomo, que repasa todas las etapas de la reportera, desde sus primeros encargos como freelance para publicaciones de moda de la RDA, sobre todo las revistas Sonntag y Sibylle, hasta las series de sobria sensualidad que publicó tras la reunificación, en GEO, Die Zeit, Der Spiegel, Stern, The New York Times...

Persona de modales tímidos y suaves, Bergemann lograba, acaso por la solidaridad que prima entre los tristes, obtener retratos de muchachas atónitas, como la esencial foto de Katharina Thalbach en 1973 o niñas que parecen paralizadas por un futuro que ni siquiera pueden presentir. Cuando Alemania volvió a ser una, dejó el blanco y negro y comenzó a disparar en color, pero los tonos siempre fueron matizados, como de opereta.

La 'tragedia de los oprimidos'

No por casualidad, uno de sus últimos trabajos, en 1997, fue una serie de retratos de estudio de los actores de un grupo de teatro de minusválidos síquicos que preparaban la puesta en escena de Woyzeck, la tragedia de los oprimidos que el también alemán Georg Büchner, sorprendido por la muerte, no pudo concluir.

En un perfil sobre la fotógrafa, Sonia Voss destaca que la vida entera de Bergemann "coincidió con la de la RDA y su larga reintegración con el mundo occidental". Testigo de la "reducción de las libertades y la creciente brecha entre las imágenes fabricadas por el régimen y la realidad de la vida cotidiana" y luego de las esperanzas no cumplidas tras la desaparición de la RDA, "transfiguró todas las cosas con una mirada melancólica", siempre ávida de "misterio, metamorfosis (...) y suave ironía".

Esculturas de Marx y Engels

El libro incluye fotos del encargo que Bergemann recibió del Ministerio de Cultura de la RDA para cubrir el proceso, que se extendió entre 1975 y 1986, de diseño, forjado, talla y colocación de dos grandes esculturas de Marx y Engels que todavía están instaladas en el centro de Berlín.

Durante la primavera de 2017, la obra de Bergemann será objeto de tres exposiciones simultáneas durante el Berlin Gallery Weekend. El libro es también el catálogo de las muestras.

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