La Audiencia condena a 13 años de cárcel al acusado de matar a su mujer de una puñalada en Marchena

  • La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a 13 años de cárcel al hombre acusado de matar en 2015 en Marchena de una puñalada en el corazón a su mujer, de la que se encontraba en trámites de separación, tras tener conocimiento de que la víctima había iniciado una nueva relación sentimental.

Tras el veredicto de culpabilidad emitido el pasado día 17 por un jurado popular, la Audiencia ha condenado a José María M.C. a 13 años de prisión por un delito de homicidio con la agravante de parentesco, así como al pago de una indemnización de 350.000 euros a los dos hijos de la pareja y de 120.000 euros a los padres de la víctima.

En la sentencia, consultada por Europa Press, la Audiencia considera probado que los hechos tuvieron lugar sobre las 14,30 horas del 14 de noviembre de 2015, cuando se inició una discusión entre ambos en la cocina de la casa donde vivía el acusado, en el curso de la cual éste cogió un cuchillo de cocina "con el que terminó apuñalando" a la víctima en el pecho, lo que le provocó una herida en el corazón que determinó su muerte horas más tarde.

Según añade, el acusado mató "intencionadamente" a su mujer, ya que "era consciente de que, clavándole el cuchillo en el pecho, podía llegar a producirle la muerte".

La Audiencia recuerda que el propio acusado reconoció "de plano" los hechos, admitiendo que apuñaló a su esposa con un cuchillo de cocina de "grandes" dimensiones -19 centímetros de longitud y 2 de anchura- y que "en ese momento deseaba matarla", a lo que se suman las declaraciones de los vecinos y de la enfermera de la ambulancia en la que se trasladó a la víctima, quien relató cómo durante el trayecto al hospital la afectada le relató cómo su marido le había apuñalado.

A todo ello se suman las declaraciones de los diversos agentes que intervinieron en los hechos, en concreto cuatro guardias civiles y tres policías locales, quienes explicaron cómo el imputado "estaba en el lugar de los hechos, bastante tranquilo y diciendo que él era el autor de los hechos".

Tras conocer el veredicto, tanto la Fiscalía como las acusaciones que ejercen la familia de la víctima y la Junta de Andalucía, así como su propia defensa, solicitaron para el encausado la imposición de una pena de 13 años de cárcel por un delito de homicidio.

EL ACUSADO PIDIÓ PERDÓN

El acusado, cabe recordarlo, ejerció su derecho a la última palabra en el juicio para pedir perdón a sus hijos, de 19 y 12 años de edad, a sus suegros, a sus cuñados y a sus propios hermanos, "que lo están pasando muy mal".

Durante su declaración en el juicio, el acusado reconoció haber cometido el crimen y se mostró "arrepentido" por ello.

Así, José María M.C. relató que se casaron en el año 1996, pero dos meses antes de ocurrir los hechos se separaron "físicamente" y la víctima decidió irse a vivir con sus padres.

Tras indicar que su mujer seguía acudiendo a diario a su casa para hacerle la comida tanto a él como a los dos hijos que tienen en común, el procesado puso de manifiesto que, una vez su mujer se fue de casa, se enteró por un amigo de que la víctima había rehecho su vida con otra persona.

En relación al día de los hechos, el acusado relató que su mujer llegó a casa para hacerle la comida y, en un momento dado, comenzaron a "discutir" porque "quería que me explicara por qué se había llegado a esa situación", de manera que, estando en la cocina, el imputado le pegó "tortazos en la cabeza con la mano abierta".

"SI NO ES PARA MI, NO ES PARA NADIE"

"Era la primera vez que le agredía", aseguró el imputado, que añadió que, a continuación, cogió un cuchillo de cocina y se lo clavó en el pecho a la víctima, que "se intentó defender con las manos". "Se lo clavé una vez y luego, cuando vi lo que había hecho, me lo clavé yo", subrayó.

El acusado alegó que "no estaba en su juicio" y reconoció que, "en ese momento, quería matarla", añadiendo que, una vez consumada la agresión, fue a buscar a sus vecinos para confesarles el crimen con frases como 'la he matado, ven mira lo que he hecho' o 'la he apuñalado porque me ha engañado y si no es para mi no es para nadie'.

"Tenía la cabeza que me iba a explotar", reconoció el procesado, que, visiblemente emocionado, dijo que "por supuesto" está arrepentido de lo ocurrido, añadiendo que antes de ocurrir el crimen "no le había pegado nunca", aunque en una ocasión llegó a vigilarla y en otra le dio "un empujón porque estaba bajo los efectos del alcohol" y al día siguiente le pidió "perdón de rodillas".

En el juicio, también declararon varios vecinos, entre ellos una mujer que relató que, el día de los hechos, el acusado llamó a su puerta, por lo que le abrió y se lo encontró con la cara y las manos "llenas de sangre". "Me dijo que la había matado y que fuera a ver lo que había hecho", indicó esta testigo, a quien le llamó la atención la "tranquilidad" del imputado.

Seguidamente, esta vecina se dirigió en compañía de su marido a la vivienda del acusado y se encontró a la víctima en la cocina, sentada en una silla "con las manos en el pecho, de donde le salían borbotones de sangre", por lo que comenzó a llamar a la Policía y a la Guardia Civil entre tanto su marido intentaban taponar las heridas de la víctima, que decía que "se asfixiaba y que no le dejáramos sola".

"ESTABA CONSCIENTE PERO SE AHOGABA"

"A mí me temblaban las manos y él -el imputado- estaba muy sereno, fumando un cigarrillo", puso manifiesto esta vecina, que aseveró que la fallecida le había contado meses antes que el imputado "le seguía, le espiaba y le controlaba el teléfono móvil", por lo que la víctima "llegó a tirar el móvil al suelo" para romperlo y evitar problemas.

Otra vecina relató que el día de los hechos se encontraba en la azotea de su casa cuando, en un momento dado, comenzó a escuchar "gritos como de una niña pequeña" y posteriormente escuchó "no, moreno, no", tras lo que observó al acusado cruzar la calle en dirección a la casa de otra vecina a la que dijo "ya lo he hecho, ya la he matado".

El acusado, que estaba "muy tranquilo", iba con sangre en la ropa y en las manos, indicó la testigo, que a continuación se dirigió a la vivienda del crimen y halló a la víctima ensangrentada en la cocina. "Estaba consciente pero se ahogaba, casi no podía hablar", describió la vecina.

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