Este miércoles se conmemora el Día Mundial Contra la Pena de Muerte mientras dos ciudadanos españoles permanecen en el corredor: Pablo Ibar, en Estados Unidos y Nabil Manakli, en Yemen.
El primero de ellos está encarcelado desde 1994 y fue condenado a muerte en el 2000, tras un juicio lleno de lagunas aún por resolver, mientras que Manakli, español de origen sirio, fue detenido en el año 1997 acusado de planear actos de sabotaje y un atentado con bomba ocurrido en julio de aquel año.
Amnistía Internacional (AI) ha instado a los gobiernos de todo el mundo, con motivo de la efeméride, a que voten a favor de la resolución de la ONU sobre una suspensión mundial de las ejecuciones que se debatirá en la Asamblea General de las Naciones Unidas durante el actual período de sesiones.
"La resolución por sí sola no impedirá que un Estado lleve a cabo una ejecución, pero tendrá la gran autoridad moral y política que representa una presión internacional común", asegura Esteban Beltrán, director de AI.
La pena de muerte en el mundo
La cifra pública de ejecuciones se ha reducido de 2.148 en el año 2005 a 1.591 en 2006, aunque lo cierto es que muchos gobiernos no publican datos oficiales con lo que el número de ejecutados podría ser muy superior.
Sólo 25 países llevaron a cabo ejecuciones durante 2006, y tan sólo seis acaparan el 91%: China, Irán, Pakistán, Irak, Sudán y Estados Unidos.
En Europa, Bielorrusia es el único país que mantiene vigente este tipo de pena.
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