"De Jaén me emociona su sobriedad

• Sus obras son de gran realismo con ciertos tonos de pop art
• David Padilla califica sus pinturas como historias por contar
• Pretende comprometerse para que cada objeto sea un retrato
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La obra se ubica en la Catedral jiennense bajo un punto de vista muy personal.
La obra se ubica en la Catedral jiennense bajo un punto de vista muy personal.
DIANA SÁNCHEZ
La obra se ubica en la Catedral jiennense bajo un punto de vista muy personal.

Hay quien ha dicho que "con David de maestro es fácil aprender a leer nuestra ciudad". David Padilla es un pintor jiennense que ha crecido y se ha desarrollado personal e intelectualmente en ciudades como Granada, Sevilla y Málaga. Ejecuta el dibujo con gran precisión y pasión, sobre el que construye obras de gran realismo, que recuerda su origen fotográfico, con ciertos tonos de pop art. Sin embargo, para Padilla sus pinturas no se basan en la fotografía sino en el cine, ya que, con sus cuadros, se quiere remontar a una historia comprometida partiendo de un primer fotograma, donde el espectador se sumerge en otro mundo, a partir de rincones de la ciudad por los que transita a diario.

¿Dónde está la realidad de Jaén que plasma en sus cuadros?

Lo importante no es la mirada costumbrista, sino la mirada curiosa. Y a la hora de mirar no me condiciona lo sentimental, sino la belleza en Jaén, que la puedo encontrar tanto en una obra arquitectónica como la Catedral, "bien mirada", hasta en un carro de la compra solo en mitad de la plaza. Todo cuenta una historia. Es intentar comprometerte con lo que pintas, que cada objeto sea un retrato. Rescatarlo del olvido y convertirlo en el centro de una historia. De cualquier cosa se puede sacar una segunda lectura.

De todas sus "realidades", ¿cuál es la que más le gusta pintar?

Lo importante es la otra ralidad sobre la realidad, donde lo invertido es más real que lo ordenado

Los reflejos entendidos como la otra realidad sobre la realidad, que es donde está la poética del reflejo. Donde lo invertido a veces es más real que lo que está ordenado. Por ejemplo, los cristales, los espejos, los charcos.

¿Cree que es necesario ver Jaén de forma invertida?

Yo creo que el problema no es el tema, sino más bien la mirada. Eso lo define todo. Lo importante, es que el pintor vea de una manera honesta y que el trabajo le emocione, para poder trasladarlo al espectador. Y ahí es muy importante la curiosidad.

¿Qué colores se le vienen a la cabeza cuando piensa en Jaén?

En el sepia y el carmín garanza. El Ambos están en la luz de la ciudad y entre ellos se reivindican, mutuamente, de una manera natural.

Un rincón para evadirse en la provincia

Mi estudio, porque me siento protegido, seguro, invencible. Es ahí donde se pinta sin pintar, donde se recuerdan las cosas que te han apasionado. Todas.

¿Qué le emociona de Jaén?

Su sobriedad. Su ausencia de cal, no es luminosa y por tanto está llena de matices que la definen muy bien. Porque las estaciones del año están muy bien definidas. También me interesa la gente habitando la ciudad, más que la urbe en sí.

Teniendo como referencia el haber trabajado con gente de otros sitios, ¿cómo calificaría a la ciudadanía de Jaén?

Gente amable, honesta, y expectante.

Una crítica a la misma ciudadanía.

Poca capacidad de asumir riesgos. En su dependencia con el norte, frente al sur. Y sobre todo en su inmobilismo.

¿Qué es lo que más le gusta de Jaén?

La montaña porque me recoge más, como mi estudio. La ciudad rodeada de montañas. A mí el mar me gusta como actitud contemplativa puntual, pero prefiero la montaña para sentirme más refugiado.

¿Qué es lo que menos le gusta de Jaén?

Lo incívico. La falta de respeto a las cosas. Y ello lo reflejo en mis pinturas como denuncia, por compromiso.

¿Cómo ve la reacción de la gente cuando observa sus cuadros?

La gente que siente curiosidad por mis cuadros, que no necesariamente tiene porqué tener un nivel de formación, sí que captan la ironía de mis pinturas, donde hay una especie de atajo que no es la realidad aparente, es la segunda lectura. Reconocen que hay compromiso social. Además, cada uno le aporta su visión personal.

¿Cómo definirías tu pintura?

Como una historia por empezar. Pinto porque creo que al final de trayecto puedo encontrar el cuadro que me gustaría. Busco ese cuadro que no encuentro, que es difícil de conseguir. La historia empieza cuando acabo el cuadro, a partir de ahí, surgen las dudas, el debate pictórico, y la única manera de acallar esas dudas es pintando otro obra. Y a ese cuadro le sigue otro.

¿Dónde está el oficio en la pintura?

En la disciplina. Se suele asociar la pintura a tener mucha información y poca disciplina. Pero ambas deben ir absolutamente hermanadas.

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