Gracias a sus protestas, entró una mayor representación estudiantil por la puerta grande de la universidad, mientras por otra salía, tras dimitir, el mismísimo rector. Veinte años después, los líderes de los movimientos estudiantiles de entonces, casados, separados y divorciados, tienen hijos en la universidad, y muchos de ellos ocupan cargos de responsabilidad públicos y privados. Algunos de los que en 1985 protestaban contra el sistema van hoy en coche oficial. Ley de vida.
Ahora recuerdan con nostalgia su juventud, gracias a la exposición sobre la pequeña gran historia de aquellos días organizada en el Pabellón de Uruguay por el Consejo de Alumnos de la Universidad.
Luis Miguel Pons. Primer Delegado U.S.
«Hoy soy director comercial en el sector privado. Hace 20 años queríamos hacer de la universidad una institución libre y pluralista, sin reminiscencias franquistas».
Paco Navarro. Delegado y miembro de la Junta de Gobierno.
«La democracia había llegado al país, pero no a la universidad. Entonces, aún sin móviles ni e-mails, las concentraciones eran masivas. Ahora, trabajo de industrial».
Luis Pizarro. Delegado U.S. del 84 al 86.
«Fui llamado a declarar por desórdenes públicos, aunque todas las protestas eran pacíficas. Fueron nuestros mejores años. Ahora soy médico y Defensor del Ciudadano».
Mª Jesús Montero. Delegada.
«En la Facultad de Medicina vivimos intensamente las protestas. El cambio de los Estatutos en el 88 fue un punto de inflexión crucial. Ahora soy consejera de Salud».
Paco Pleguezuelo. Delegado U.S. en el 86/87.
«Ahora trabajo como psicólogo. Fueron años muy intensos. Nos movíamos por democratizar la universidad. Las manifestaciones eran mucho más participativas que ahora».
Antonio Maillo. Junta de Gobierno (87/88).
«Soy profesor y concejal en Aracena. Fueron años de emoción, ilusiones y esperanzas. Ganamos un 30% de representación».
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