Americanas con las mangas cortadas, faldas sin culera o pijamas de bebé vomitados; en esas condiciones llega el 40% de la ropa a Cáritas (26.000 de 63.000). Y no sirve. A la organización que depende de la Iglesia le cuesta unos 4.000 euros al año enviarla a Cogersa para quemarla.
Pero el 60% llega en buen estado. Incluso algunas prendas van con etiqueta, porque las donan las tiendas de la ciudad. 37.000 distribuyeron en 2006 entre los más desfavorecidos (385, sin techo, y 638, domiciliados). Por cada prenda pagan. Por ejemplo, 0,30 céntimos cuesta un pantalón; 0,03, unos calcetines, o 0,60, un abrigo. Es simbólico, pero así aprenden, explica María José Carrión, la responsable del ropero (San Lázaro, 23. Abierto de 11.00 a 12.30 y de 16.30 a 18.00 horas).
La venden en El Campillín
Entre los usuarios del ropero de Cáritas están 17 familias gitanas. Se llevan el 70% de la ropa (27.000 en 2006) y la venden los domingos en El Campillín. Ana María Montoya regenta un puesto. Dice que con la venta saca para vivir. Lo vende todo «muy barato, a dos y tres euros». Las prendas están en buenas condiciones porque ella misma las escoge.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios