Baldomero, ¿cuántos años lleva dedicándose a este oficio?

42 años, comencé cuando tenía 20 para obtener un sobresueldo durante los fines de semana.

¿De quién lo aprendió?

De un primo mío. Yo vivía en Barcelona y cuando volví a Ceuta necesitaba un trabajo, así que él se ofreció a enseñarme y así comenzó todo.

Después de tanto tiempo ya tendrá una clientela fija....

Sí, los fijos son los bares y los hoteles, ellos siempre necesitan de mi trabajo.

¿Le gusta su oficio?

Sí, me gusta, aunque es un oficio muy difícil, la clave para hacerlo bien es no quemar la pieza. Si se te va la mano la estropeas y pierdes el cliente.

En tantos años tendrá más de una anécdota....

Sí, siempre cuento la misma. Hace 30 años, en la calle Jaúdenes, una mujer hebrea me trajo para afilar un cuchillo de oro. Con este material hay que vaciar menos la pieza, hacerle un pequeño filo para no comer demasiado oro.

¿Tiene sucesor en el oficio?

No, soy el único afilador que quede en Ceuta y cuando yo lo deje no habrá más. El oficio desaparecerá en esta ciudad.

¿Por qué cree que no hay jóvenes que quieran dedicarse a esto?

Cuando estoy trabajando por la calle, a veces algunos me observan; pero cuando les digo a ver si quieren que les enseñe, me dicen que les da vergüenza. Son otros tiempos, esta generación lo tiene todo. Cuando yo empecé lo hice porque en mi casa hacía falta dinero y no había otra cosa y me ayudaba yendo a pescar por las noches; pero los jóvenes de hoy rechazan estos empleos.

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