Un buen número de ellos okupan como una forma de reivindicación del derecho a tener una vivienda digna. Pero también hay muchos que, sencillamente, no tienen otra opción para tener un techo sobre sus cabezas. Algo que ha existido toda la vida.
Un fenómeno antiguo
Por su vinculación con el movimiento punk en los años ochenta –momento en el que se empezó a utilizar el término escrito con k– y su estallido en los noventa, puede parecer que la okupación es un fenómeno reciente. Nada más lejos de la realidad. Se trata de algo que ha existido siempre, y que de hecho se produjo con frecuencia en España durante el éxodo rural a las grandes ciudades vivido en las décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta.
La ‘desokupación’
Lo cierto es que no es fácil lograr que se desokupe una vivienda. Antes de 1996 no existía una legislación específica. La única solución era denunciar a los okupas por impedir al dueño usar su propiedad, lo que, legalmente, se llama coacción. El proceso se desarrollaba por la vía civil, se prolongaba durante años y no siempre se saldaba a favor del propietario (sobre todo cuando había un abandono manifiesto del inmueble).
Desde 1996, el nuevo Código Penal tipifica la okupación como delito de usurpación, lo que permite acelerar notablemente el proceso. Otra ventaja de cara al propietario es que el desalojo se produce sin avisar previamente a los ocupantes.
No es un ‘okupa’
No lo es el inquilino de un piso de alquiler que va acumulando meses sin pagar. En este caso toca iniciar un proceso de desahucio que puede llevar hasta dos años por el camino convencional o apenas dos meses cuando al fin se instauren los juicios civiles por la vía rápida, que llevan un retraso de casi un año.
‘Okupaciones’ con sentido
Muchos inmuebles okupados se han convertido en sedes sociales, en las que se celebran todo tipo de actividades lúdicas, culturales, educativas, solidarias... y están muy bien integradas en el barrio. Desalojar este tipo de edificios suele derivar en protestas y problemas. En algunos casos se ha procurado alcanzar acuerdos para conseguir la cesión del inmueble o el pago de un alquiler reducido que permita a los nuevos ocupantes continuar con sus actividades, pero estas iniciativas no se suelen saldar con éxito. En otros países de Europa es algo relativamente frecuente.
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