El primer ministro holandés, Jan-Peter Balkenende (democristiano), reconoció este pésimo resultado para su Ejecutivo, que había pedido el ‘sí’. «Estoy decepcionado», dijo. El canciller alemán, Gerhard Schroeder, afirmó que la crisis sobre la Constitución «no debe convertirse en una crisis general» y que «el proceso de ratificación debe continuar». En semejantes términos se expresó el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero.
La participación fue del 63,4%% (en Francia, del 69,37%), muy por encima del umbral del 30% que los partidos exigían para considerar el resultado representativo en esta consulta no vinculante.
Entre las razones del ‘no’ destacan la percepción de los holandeses de que el proceso de la UE va demasiado rápido, el temor a ser desplazados por trabajadores del Este y, sobre todo, la lejanía con respecto a sus políticos y el deseo de castigar, como en Francia, al Gobierno.
De hecho, el 80% de los representantes políticos (democracia cristiana, verdes, socialdemócratas y liberales) estaban a favor del ‘sí’. En contra, el Partido Socialista Radical, la derecha y los pequeños partidos cristianos.
Al contrario que en Francia, en Holanda no se preveía una crisis en el Gobierno, aunque la reacción del Parlamento siempre es una incógnita.
Otros rechazos sonados
El Tratado de Maastricht: Contra pronóstico, Dinamarca lo rechazó en junio de 1992 por un ajustado 50,7% de los votos. Lo ratificó en un segundo referéndum en mayo de 1993, tras conseguir cuatro excepciones al Tratado.
La entrada del euro: Dinamarca (2000) y Suecia (2003) dijeron «no», quedándose fuera de la zona euro.
El Tratado de Niza: Irlanda lo rechazó en referéndum en junio de 2001 (54% de los votos). Lo terminó ratificando en octubre de 2002 (63%).
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