Con una pista facilitada por la lectora Dolores Giménez.

Los vecinos de un bloque de cinco edificios de la calle Soldado Rosique, que da a la rambla de Benipila, sufren un calvario cuando llegan las fiestas de Carthagineses y Romanos. Viven en el centro neurálgico del botelleo y tienen que contratar seguridad privada para que los jóvenes no se les cuelen en el patio común y orinen, vomiten o monten jaleo.

Dolores Giménez, una de las vecinas afectadas, afirma que «hay hasta 5.000 críos de botelleo y algunos nos tenemos que levantar temprano». Se temen la llegada del fin de semana y por eso un guardia jurado vigilará las noches del jueves, viernes y sábado para que no se cuele algún joven bebido.

Los vecinos no comprenden que si está prohibido por ordenanza municipal beber en la calle, durante las fiestas de Carthagineses no se cumpla la normativa.

Fuentes del Ayuntamiento de Cartagena reconocen que mientras duran los festejos, la presión sobre el botelleo es menor y que la Policía Local tiene mucho más trabajo de lo normal. La multa por beber en la calle puede ser de hasta 180 euros.

Otras quejas de la comunidad

José Agüera, celador sanitario, 61 años.

«Duermo con tapones en los oídos porque vivo en un primero y, aparte del botelleo, tenemos debajo un bar con música y billares. Trabajaba por las mañanas

y me he cambiado al turno de tarde».

Dolores Giménez, administrativa, 57 años.

«El Ayuntamiento no hace caso: dicen que la parcela del edificio es privada y no pueden hacer nada, pero sí ponen tensores de las luces de las fiestas en la fachada y nos provocan grietas de lo tensos que están».

José López, jubilado, 77 años. «Las motos se meten en nuestra calle peatonal, porque hay un gimnasio y los clientes del mismo aparcan sus motos dentro de esa zona. La Policía no hace nada, ya que nos dicen que es una zona privada».

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