Y es que, señala en comunicado de prensa, "tanto como repunta la ocupación, repunta nuestra tasa de temporalidad, que alcanzando al 35% de los asalariados, es la segunda más alta del país y 9,3 puntos porcentuales superior a la estatal", de hecho, el 84,2% del incremento que experimentan los asalariados corresponde a contrataciones temporales.

Asimismo, y atendiendo a los sectores UGT destaca que la creación de empleo se concentra fundamentalmente en el sector Agrícola (que gana 14.400 ocupados, un 20,8%) y se da en menor medida en el Sector Servicios (11.300 ocupados más) e Industria (6.600 ocupados más). En cambio, la Construcción destruye empleo en este trimestre respecto al anterior (3.800 ocupados menos).

En UGT por ello cree que no puede valorarse solamente "cuánto empleo creamos, aunque esto sea por supuesto, positivo, sino también qué tipo de empleo y en qué sectores lo estamos creando. Y es que no sólo estamos muy distantes aún recuperar todo el empleo perdido durante la crisis, sino que además esta creación de empleo se produce a costa de incrementar su precariedad".

Las reformas laborales, que han ido progresivamente desprotegiendo el empleo indefinido, desregulando el tiempo parcial y dando amplios márgenes de discrecionalidad a los empresarios para despedir, para inaplicar los convenios y para modificar las condiciones de trabajo han supuesto, a juicio del sindicato, una devaluación de los salarios y un aumento de la inestabilidad que hacen que la salida de la crisis no hayan llegado a notarla la mayoría de los trabajadores y sus familias.

Por otra parte, "la falta de una política industrial seria, coordinada entre administraciones y consensuada con los agentes sociales", retrasa la necesaria transformación de un modelo productivo muy dependiente de actividades estacionales y de bajo valor añadido, actividades que no pueden sostener una demanda de empleo estable, cualificado y bien remunerado.

Es por ello que UGT insiste en que el empleo debe seguir siendo la principal preocupación los Gobiernos nacional y autonómico, que han de actuar con urgencia, en sus respectivos ámbitos competenciales, para aumentar el peso industrial y tecnológico del tejido productivo y devolver el equilibrio a nuestro marco de relaciones laborales.

Algo que pasa por la necesaria derogación las reformas del mercado de trabajo y por el refuerzo de las políticas activas de empleo y de la negociación colectiva, para que mejoren los salarios y las condiciones de trabajo, y conseguir así, una salida de la crisis que sea socialmente justa y para todos, concluye.