El asesinato a tiros el domingo de un magrebí en Perpiñán, una semana después del linchamiento de otro miembro de esta comunidad a manos de un grupo de gitanos, desató una noche de violencia en la ciudad que acabó con ocho heridos, 37 detenidos, decenas de coches incendiados y muchos otros daños materiales.

Cuando corrió la noticia del asesinato, a última hora de la tarde del domingo, grupos de jóvenes magrebíes marcharon al barrio de Saint Jacques, donde se había cometido el crimen, y rompieron cristales y quemaron coches, indicó la prefectura (delegación del Gobierno).

Los alborotadores se enfrentaron más tarde a las fuerzas del orden, que practicaron 37 detenciones, según la prefectura, que contabilizó dos heridos por arma de fuego, cuatro por arma blanca y dos por el impacto de botellas, uno de ellos un agente antidisturbios.

Los incidentes se prolongaron hasta cerca de las 2.00 locales (00.00 GMT). La delegación del Gobierno, que movilizó por la noche a más de 400 agentes, entre antidisturbios de la policía (CRS) y de la Gendarmería y de todas las unidades de policía de la ciudad, pidió también refuerzos a Toulouse, Marsella y Burdeos.

Las autoridades insistieron en que con los datos disponibles no se puede saber si el asesino era "gitano, árabe o europeo".

Según las informaciones disponibles, el magrebí murió de cuatro disparos realizados por un hombre que llegó hasta él a pie, y que llevaba una camiseta negra y una gorra de ese color.

El barrio de Saint Jacques ya había sido durante toda la semana escenario de altercados y de una tensión creciente entre gitanos y magrebíes, después de que un magrebí de 28 años fuera linchado por un grupo de gitanos, situación cuyo origen aparente fue la discusión por una plaza de aparcamiento.

El pasado sábado por la tarde, unas 5.000 personas habían participado en una marcha por el fallecido del domingo 22, que se había desarrollado en medio de una gran tensión, pero sin incidentes, tal y como lo había pedido la familia.