‘El tren de los momentos' hace escala hoy en Melilla después de que tanto la empresa que se ha encargado de gestionar su llegada como la Ciudad Autónoma hayan puesto toda la carne en el asador para hacer realidad lo que hasta hace tan sólo unas semanas era una quimera.

Alejandro Sanz, que actuó por última vez en Melilla en 1.995, viajará a bordo de un avión privado y aterrizará en el norte de África poco antes del concierto. El cantante no ha querido que se desvele la hora exacta de su llegada para evitar que se den cita en el aeropuerto sus admiradores y para despistar también a la prensa rosa.

Múltiples reservas

Por eso también, el gaditano ha reservado habitación hasta en tres hoteles distintos de la ciudad, una maniobra desplegada habitualmente por los artistas para que nadie sepa hasta que entre en su habitación dónde pasará la noche.

Sin embargo, Alejandro Sanz no es de los personajes más caprichosos de la farándula. De hecho, sólo ha pedido un catering "normalito", en el que no debe faltar ni el hielo ni la fruta, para que lo disfruten junto a él las más de 80 personas que lo acompañan.

Muchos de ellos lo verán actuar desde la zona VIP que se ha reservado en el campo de ‘La Espiguera', un recinto con capacidad para 9.000 personas en el que se han tenido que tirar muros para que entrara el escenario sobre el que cantará el gaditano. También se desplegará una gran lona sobre el césped artificial para protegerlo de los cigarros, los líquidos y los tacones.

Sustituirlo por otro costaría más de 270.000 euros, una cantidad que sumada únicamente al caché del artista (240.000 euros) le supondría a la Ciudad Autónoma un gasto bastante considerable.

Y es que, a pesar de los esfuerzos por habilitar un espacio en el que se den cita el mayor número de melillenses, la venta de entradas no está respondiendo a las expectativas. Tanto es así que, aunque en la ciudad es habitual esperar hasta el último momento, a diez horas del concierto sólo se habían vendido 3.000 localidades.

Pese a todo, el despliegue policial será máximo en un campo de fútbol cuyos alrededores se han cortado ya al tráfico a la espera de que se apaguen las luces y comience el espectáculo.

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