El CF Palencia necesitaba ganar al Real Valladolid B y ganó. Ésa es la buena noticia. La mala es que el cuadro morado no muestra síntomas de mejoría. Del Barrio, consciente de que el equipo no carbura, apostó en el centro campo por sus hombres más experimentados, Fernando y Asier Armendáriz. Arriba volvió Carlos, a quien colocó junto a Asensio, y en la portería tocó el turno a Juanes.

Sendos disparos de Jesús García y Armendáriz por los visitantes y locales, respectivamente, prometían un partido abierto y vibrante pero no fue tal. Los dos equipos mostraron su verdadera cara en este inicio de liga: El CF Palencia no podía y el Real Valladolid B no sabía.

El Real Valladolid ninguneó al CF Palencia durante la primera parte. Lo hizo con constantes faltas, ayudado por la permisividad del trío arbitral, pero le funcionó.

La primera jugada con peligro por parte de los morados no llegó hasta el minuto 36, cuando Asensio se ayudó de su antebrazo para llevarse un balón enviado por Calvillo y marcar gol. El línea, bien situado, anuló el gol.

El resto de oportunidades volvieron a ser a balón parado. Agustín cabeceó un córner en el minuto 33 que se fue por poco. Unos minutos después, Rubén Pérez repetía jugada. Mientras, el Valladolid B no supo materializar sus ocasiones. Rufino tuvo el gol en el minuto 28, cuando cabeceó a placer un centro de Sergio García.

En el minuto 40, le partieron a Fernando el tabique la nariz de un codazo que el árbitro no vio.

Segunda parteA Nacho Calvillo le comenzaron a salir las cosas con el apoyo de Armendáriz y por fin encontró a

Fruto de este bien juego fue la mejor jugada de los locales. En una de las pocas ocasiones que Rubén Pérez tuvo profundidad metió un balón que dejó pasar Carlos para dejar a Asensio sólo ante el portero. Su disparo fue enviado a córner por Asenjo con paradón incluido.

Pero el gol de Carlos, en el minuto 23, no llegó de una jugada sino de un magnífico disparo desde fuera del área contra el que no pudo hacer nada el portero pucelano.

El Valladolid, metido atrás, no renunció al contragolpe pero desperdició sus ocasiones. Quique pecó de individualista en las dos ocasiones más claras de los vallisoletanos.

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