El mes de mayo comenzó fresco y seco, con ambiente anticiclónico del nordeste y madrugadas frías, con heladas en zonas altas y en las comarcas del Ebro. Al final de la primera semana, se produjo el paso de una borrasca procedente de las Islas Canarias.

El aire cálido cargado de humedad dejó lluvias débiles en toda la región, e hizo subir las temperaturas máximas por encima 25º C desde el valle de Soba hasta Liébana. A partir de este momento se restableció la circulación atlántica y la llegada de borrascas del oeste a la Península Ibérica.

En ocasiones, la perturbación permaneció varios días inmóvil frente a la costa de Portugal, enviando vientos de componente sur cálidos de forma prolongada. Con estas condiciones, la precipitación ha sido escasa y se ha repartido de forma irregular al norte de la cordillera.

Los episodios de lluvia más significativos se han producido en torno a los días 12, 21 y 29, y asociados con tormentas. Durante el mes de mayo se ha observado actividad tormentosa a lo largo de doce días, que ha dejado, en todo el mes y en toda la región, cerca de mil descargas.

La cantidad de precipitación en estos episodios, sin embargo, ha sido escasa. Mientras que la mayor actividad eléctrica se registró el día 21 con 461 descargas.

La insolación recibida está dentro de lo esperado en el mes de mayo, con 169 horas de sol en Parayas frente al valor medio de 168. El viento tampoco se ha desviado significativamente de los valores medios, con registros de 89 kilómetros recorridos en el aeropuerto de Santander frente a una media de 85.

En cuanto a los valores extremos, la temperatura máxima más alta fue de 29,3ºC y se registró el día 24 en Ramales; y la más baja fue de -2,7, el día 2, en Nestares. La máxima precipitación recogida en 24 horas ascendió a 35,2 litros por metros cuadrado, el día 12, en Tresviso, y la racha máxima de viento alcanzó los 111 km/h el día 8 en Soba-Alto Miera.