Por cada paloma y sus descendientes nacen 200 ejemplares en tres meses. Cada hembra pone un par de huevos y suelen vivir de dos a cuatro años. Su gran problema es que son muy dañinas para los monumentos debido a la alta concentración de ácido que tienen sus heces. «Si hace calor, los excrementos se secan y no pasa nada. Si hay humedad, corroen la piedra», explica Espejo.
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