Improvisaciones de cine que se han convertido en míticas

  • La frase más famosa de 'Taxi Driver' fue improvisada por el propio Robert De Niro.
  • Algunos de los momentos más célebres del cine no estaban recogidos en el guión.
  • Las improvisaciones surgen de la necesidad de mejorar una escena, aportar frescura o de una ocurrencia simplemente genial.
Robert De Niro en 'Taxi Driver'
Robert De Niro en 'Taxi Driver'
Fox
Robert De Niro en 'Taxi Driver'
"Cada día durante 40 puñeteros años, al menos uno de ustedes se ha acercado a mí y me ha dicho: ¿Me estás hablando a mí?". Son palabras del propio De Niro durante el Festival de Tribeca, del que es cofunfador, en su discurso a los espectadores que el pasado mes de abril acudieron a la proyección para conmemorar el estreno de Taxi Driver, la película dirigida por Martin Scorsese y en la que De Niro encarnaba a Travis Bickle. Un título mítico de la historia del cine y en el que, precisamente, la frase más recordada, en su escena ante el espejo, fue improvisada por el actor.
En ocasiones, la improvisación se impone al guión. Aporta algo nuevo y fresco dentro de la dinámica del rodaje. A veces ocurre que una escena o diálogo no funcione como se esperaba; también está la urgencia de dar con una ocurrencia que mejore la escena. Los más cinéfilos ya lo sabrán, el monólogo final de "lágrimas en la lluvia" que pronuncia el replicante Roy Batty en Blade Runner (1982) fue cambiado y corregido por el propio actor, Rutger Hauer, gran aficionado a la poesía. Le pareció que al soliloquio le faltaba fuerza y sinceridad. ¿El resultado? Uno de los momentos más aclamados de la historia del cine. Solo con recordarlo, dan ganas de ver nuevamente la película de Ridley Scott.
Otro que lo clavó fue Marlon Brando encarnando al coronel Kurtz en la no menos mítica Apocalypse Now (1979). El caso es que a Brando le importó un bledo el guión o la novela en la que se basaba; nunca llegó a aprenderse ni una sola línea de las frases que tenía escritas. Además, se presentó al rodaje con 40 kilos de más, la cabeza rasurada y, por si fuera poco, se dice que no acostumbraba a abandonar su estado natural, que por lo visto era el de etílico, por lo que Coppola decidió "improvisar" junto a él, conversando sobre el personaje y la película y filmando las reflexiones que el actor iba haciendo.
Ya más cometidos, entre las frases icónicas tenemos la de Roy Scheider en Tiburón (1975) cuyo personaje, impresionado después de ver el enorme tamaño del escualo al que se enfrentan, palidece y entra a la cabina del capitán (Robert Shaw) soltándole un "Vas a necesitar un barco más grande". Esto es verdadera implicación, como la de Matthew McConaughey y Leonardo DiCaprio tarareando mientras se golpean en elpecho en la recordada escena del restaurante de El lobo de Wall Street, del mismo DiCaprio parece que fue la idea de abrir el lujoso Lamborghini, mientras su personaje está colocado hasta las cejas, con el pie.
Heath Ledger, fallecido prematuramente, improvisó en su Joker para El caballero oscuro sumarse a los aplausos de los agentes de policía ante su compañero, el detective Gordon; o en la escena en el exterior, manipulando el control remoto, mientras un hospital vuela por los aires. 
También muy icónicos, Indiana Jones en En busca del arca perdida resolviendo por lo rápido su encuentro con un espadachín, dejándose de florituras y sacando la pistola para quitárselo de en medio; claro que en la improvisación de Harrison Ford influyó el que ese día no estuviera para monsergas, estaba indispuesto por algo que había cenado la noche anterior y acordó con Spielberg, aunque la escena de lucha se hubiera ensayado varias veces, cortar por lo sano. La situación reflejaba también el carácter socarrón de Indy, al igual que el pícaro y duro Han Solo en El imperio contraataca despedirse de su amada princesa Leia, antes de ser congelado en carbonita, con un "Lo sé", en lugar del "Yo también", previsto en el guión, cuando ella le dice que le quiere.

Kubrick también confiaba en la improvisación

Kubrick tenía fama, totalmente merecida, de perfeccionista y obsesivo; pero permitía a sus actores improvisar. En La naranja mecánica, en la escena de la violación, la cosa no salía cómo el cineasta esperaba. Toma tras toma, repetición tras repetición, al final le pidió al actor Malcolm McDowell que pusiera algo de su parte. Lo que inventó McDowell se convirtió en uno de los momentos también más recordados de la película: ponerse a cantar y bailar al son de Singin' on the Rain (Cantando bajo la lluvia), acrecentando lo grotesco y brutal de su acto.

Fue el mismo Jack Nicholson el que puso de su cosecha la célebre frase "¿Aquí está Johnny!" en El resplandor —inspirándose en el saludo inicial del Show de Johnny Carson—, y que al español se tradujo como "¡Aquí está Jack!". El cómico Peter Sellers también aportó muchísimo a la sátira antimilitar ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú; y generoso que era Kubrick, le permitió a R. Lee Ermey, el mal hablado sargento Hartman de La chaqueta metálica, crear todos sus monólogos —más bien tacos—, visto que Ermey era un máquina soltando improperios de carrerilla durante minutos y minutos sin inmutarse.

Y... unas improvisaciones "de miedo"

A Tarantino también le gusta hacer de las suyas. De piedra debió quedarse Christoph Waltz cuando comprobó, en Malditos bastardos, que era el mismo Tarantino quien se encargaría de estrangular al personaje de la actriz que interpreta Diane Kruger, apretándole el cuello tan fuerte que la llegaría a dejar casi inconsciente. También autorizó al Sr. Rubio (Michael Madsen) en Reservoir Dogs improvisar en el truculento momento en el que le corta la oreja con una navaja de afeitar a un policía atado a la silla, mientras en la radio suena Stuck in the Middle With You de Stealers Wheel.

La lista sería interminable, por ejemplo, la venerada El Padrino contiene numerosas improvisaciones, pero terminemos con un par de las que metieron auténtico miedo al personal, fueran espectadores o los mismos actores. Jonathan Demme, decidió usar en El silencio de los corderos la idea de Anthony Hopkins, la del del ruidito desagradable con la boca, como un escalofriante sorbido —que hacia durante el rodaje para asustar a Jodie Foster—, en la célebre fase de "me comí su hígado acompañado de un buen chianti" en su caracterización de Hannibal Lecter. Aunque para susto mayúsculo, el de los protagonistas de Alien en la impactante escena del parto del susodicho bichejo; Ridley Scott ocultó al resto de intérpretes lo que le iba a pasar realmente al personaje de John Hurt; la cámara lo que filmó fue la reacción real de los actores de asco y sorpresa.
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