Desde Bodegas Barbadillo estiman que este año se podrán recoger unos 10.000.000 kilos de uva palomino fino para la producción de su conocido vino blanco Castillo de San Diego, lo que supondrá un 20% más de la producción registrada el pasado. A esta cifra hay que añadir los resultados de la vendimia que se realizará en las más de 100 hectáreas de viñas destinadas a la producción de distintas variedades de tintas, una cantidad que se preve que ascienda a 800.000 kilos, el doble que en 2006.

Unos datos que reflejan la buena cosecha que desde esta entidad bodeguera se esperan conseguir en a lo largo de esta campaña. Para ello, las dos plantas vinícolas que existen en Gibalbín ya se encuentran a pleno rendimiento, una realidad que se percibe en cada habitación o espacio de las instalaciones que Barbadillo tiene en la barriada rural jerezana.

En la planta vinícola de blancos se intenta conseguir el mosto de mayor calidad. Los trabajos para que que éste se limpie lo antes posibles se intensifican notablemente y la fermentación en esta zona es un tanto especial debido a que "tenemos la suerte de poder contar una levadura autóctona, desarrollada de manera exclusiva para nosotros", como explicó Monserrat Molina, enóloga de la bodega.

Desde que esta catalana afincada en Jerez dejara su carrera de farmacéutica para dedicarse en cuerpo y alma a la industria vinícola, ha tendido claro que la maduración de uva es básica para el desarrollo de una buena campaña, algo que en esta ocasión "es una realidad. La maduración ha sido lenta al no tener los característicos periodos de viento de levante que aumenta el grado por la evaporación del agua, aunque, eso sí, los índices de sanidad de la uva son excelentes. No obstante, hay que reconocer que en cuanto a los grados de la uva en esta campaña son algo bajos, entre 10,7 y 10,8". Cabe recordar que el Consejo Regulador establece como mínimo aceptable 10,5 grados.

A los más de 400.000 kilos diarios que se están recogiendo de uva palomino procedente de las más de 400 hectáreas que poseen las viñas Santa Lucía y Gibalbín, de Barbadillo, es importante sumar el trabajo que desde esta bodega se hace en relación al vino tinto, algo que comienza a destacar en una zona donde tradicionalmente se han producido blancos.

De esas 450 hectáreas de viñedos ya mencionadas, 115 se han destinado en los últimos años a la producción de tintos. El merlot, tempranillo, cabernet, syrah y tintilla de Rota son las variedades que se recogen en estos viñedos que irán destinadas a la nueva planta vinícola que se construyó específicamente para elaborar este vino con la última tecnología disponible.

Los grados y las características de las uvas tintas hacen que la cata de éstas se suceda para poder detectar el momento oportuno para iniciar la recogida de cada variedad. Una cata que se produce en la propia viña y que es muy importante ya que "a veces los datos que podemos obtener de la uva son los correctos para iniciar la campaña pero la cata nos dice otra cosa", insistió Monserrat Molina.

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