Detenido en Aranda el propietario de un laboratorio de droga y una plantación de 'maría' montados en casa

Agentes de la Comisaría de la Policía Nacional en Aranda de Duero (Burgos) han detenido a un varón de 33 años, R.L.H, tras descubrir que había montado en su domicilio un laboratorio de droga y una plantación de marihuana, así como por defraudación de fluido eléctrico, según informan fuentes de la Subdelegación del Gobierno.

Agentes de la Comisaría de la Policía Nacional en Aranda de Duero (Burgos) han detenido a un varón de 33 años, R.L.H, tras descubrir que había montado en su domicilio un laboratorio de droga y una plantación de marihuana, así como por defraudación de fluido eléctrico, según informan fuentes de la Subdelegación del Gobierno.

Desde hacía algunas semanas, la policía sabía que en una zona residencial se desprendía un fuerte olor a marihuana a determinadas horas del día y de la noche, lo que permitía deducir la existencia de una plantación en algún lugar próximo.

Después de numerosas vigilancias se pudo localizar el portal, centrando la investigación en un vecino del inmueble conocido por sus antecedentes delictivos.

Así, desde primera hora de la mañana del viernes se estableció un dispositivo de control de la zona. En el momento en que el sospechoso salía de su domicilio fue interceptado en el descansillo de la planta cuando llevaba bajo el brazo una caja de zapatos con dos bolsas de plástico dentro de las cuales había varios cogollos de marihuana, varias bolsitas plásticas transparentes con autocierre, con sustanciasen pequeñas y parecidas cantidades, dispuestas para su distribución a pequeña escala, así como dos básculas de precisión.

En el registro del domicilio se encontraron algunas bolsas con hojas secas de marihuana y varias pastillas de hachís. Sin embargo, causó extrañeza a los policías no encontrar en el piso ninguna planta de cultivo de la sustancia, a pesar del fuerte olor que existía en la vivienda.

Piso conectado y tapiado

La búsqueda continuó de modo más exhaustivo y finalmente pudieron comprobar que desde el interior de un armario, y a través del falso techo, se accedía por un boquete oculto al piso superior. Esta segunda vivienda tenía tapiadas la puerta y las ventanas, y únicamente se podía entrar a través del agujero practicado dentro del armario.

Toda la vivienda, dentro de un viejo edificio cuyas condiciones de salubridad son muy deficientes, era una gran plantación y un laboratorio de elaboración de estupefacientes: desde el cultivo y el tratamiento hasta la elaboración necesaria para la comercialización.

Al detenido se le incautaron 784 plantas de marihuana que estaban siendo cultivadas en 27 recipientes plásticos, de un metro cuadrado aproximadamente cada uno, con una altura de tierra de treinta y cinco centímetros.

Además, cada recipiente disponía de su propia lámpara, de gran potencia lumínica y calorífica, para mejorar el desarrollo de las plantas. También tenía un sistema de riego, con bombas de agua y bidones de almacenamiento para suministrar la humedad necesaria.

Para evacuar los olores, se habían hecho agujeros en paneles aislantes y se había instalado una red de tubería con ventiladores. La plantación exigía una fuerte demanda de electricidad, necesaria para obtener el máximo de rendimiento. Se venía surtiendo de la red eléctrica del edificio mediante enganche ilegal, de modo que aunque se incrementara el importe de la factura no despertara sospechas al tratarse de un consumo comunitario.

Empleados de la empresa Iberdrola desmontaron la instalación de varios centros independientes y temporizadores que evitaban sobrecargar el sistema, y que se pudiera producir algún incendio. Al parecer, para su instalación se precisan amplios conocimientos de electricidad.

En la vivienda también disponía de un secadero, montado con cuerdas, donde colgaba las plantas una vez recolectadas. Asimismo se han encontrado varias bolsas de productos fertilizantes.

Dentro del piso superior, además de las plantas fueron halladas siete bolsas con polen y resina de hachís, varias bolsitas vacías de plástico transparente con auto cierre para introducir la sustancia en pequeñas dosis, un molinillo para triturar las plantas secas, dos sellos tampones con iniciales 'RYN' y 'THR' para estampar en las pastillas de hachís una vez elaboradas, y unas anotaciones manuscritas con indicaciones sobre tiempo de crecimiento, cantidades de fertilizantes aportadas y otros datos.

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