Manolo Tena muere con la certeza de que la vida es justo ese plan que igual nunca sucede

    • El artista, fallecido hoy 4 de abril por un cáncer, empezó su carrera en solitario en 1988 con 'Tan raro' y la terminó en 2015 con 'Casualidades'.
    • "Uno piensa que vive la vida a su manera, pero es mentira, la vida te vive a ti", dijo a 20minutos el pasado octubre.
    • "He aprendido cómo tomarme la lluvia".
Manolo Tena, en una entrevista reciente para '20minutos'.
Manolo Tena, en una entrevista reciente para '20minutos'.
JORGE PARÍS
Manolo Tena, en una entrevista reciente para '20minutos'.

El juguete de la desilusión, el fuego que no termina con ese Frío ("estoy ardiendo y siento frío") al que y por el que cantaba Manolo Tena (Badajoz, 21 de diciembre de 1951), la voz y la imagen de una época que hoy sigue en pie aunque sólo sea en la música de algunos que, como él, la han eternizado con bandas sonoras que no caducan, ha muerto hoy, que es lunes y más que llover, diluviaba.

Él lo sabía, no son casualidades, o no sólo eso, y por eso bautizó con tal nombre su último trabajo (al que iba a llamar y no llamó La vida por delante), publicado el pasado septiembre y tras ocho años sin editar o colaborar o aparecer siquiera por el mundo que dio mucha vida a una generación (unas cuantas, incluso) y que a él lo llevó a ese lugar desierto donde no hay ni una luz al final del pasillo.

Así y por eso hablaba como quien ha vuelto de todo y no hay espacio para la vergüenza y sí en cambio para la valentía de decir sin que importe el qué y el cómo pensará ese demás que se olvidó de él tanto tiempo.

Y como parte ajena a ese 'demás' me regaló probablemente la entrevista más sincera que he tenido el placer de vivir (lástima no haberlo dicho en aquella introducción que ahora autoplagio y a la que debí añadir toda esa verdad que me regaló): "Encontrarse cara a cara con quien puso banda sonora a muchos de los bailes de toda una generación con Sangre española, aunque sea como él dice tras una larga travesía por el desierto y haber caído en el mismo infierno tres veces y un total de 31 años, hace que te plantes en un Madrid que no es ni de lejos como el de ahora y una gente o un yo tan adolescente, tan menor, que creías olvidado".

Hay que haberse caído en casi todos los agujeros (y llevar desde los 14 años con una guitarra y mil letras para salvarnos) para que ni la cámara ni las fotos ni una periodista que ha crecido con muchas de sus canciones lo lleven al disfraz y la pose.

Ni Tocar madera ni Sangre española ni Frío, que fueron y son parte gruesamente fina y duradera de nuestra historia afectaban ya al artista (bastantes infiernos había atravesado por una fama que no esperaba) de 64 años que este 4 de abril ha muerto en el Gregorio Marañón a causa de un cáncer que le habían diagnosticado en diciembre. El artista que en 1988 comenzaba su carrera en solitario con Tan raro (y que sabía bien el significado de 'currar': botones, camarero, aprendiz de imprenta o vendedor) y la terminaba en 2015 con Casualidades.

Recuperado de parte de los desastres, las cicatrices le recorrían la cara: mapa exquisitamente emocional, volvía sin saber la razón que había en lo que nos decía cuando decía "La vida pasa mientras haces un plan que igual no sucede".

Y regresaba tras alejarse. Un alejamiento casi forzoso:  "¿Para qué voy a grabar un disco si no se vende?", como aseguraba durante la charla por Casualidades, y llena de su historia. "Si no tienes un disco sonando en la radio y la gente no te contrata, ¿para qué?", añadía.

Sin vergüenza, porque la vergüenza igual debería ser más de otros que de quien puso sello y marca a los bares de un país que ya no tiene nada que ver con el que era. No hay más que entrar en un bar y escuchar lo que suena ahora, hoy, en este momento. O el viernes por la noche.

"Yo no era el mismo. Uno piensa que vive la vida a su manera, pero es mentira, la vida te vive a ti", decía cuando le preguntábamos por su plan de futuro y lo que le pasó con el que fue su gran éxito y también lo que le cambió la manera de existir: Sangre española (del que hace ya 25 años), su suerte y su condena.

"Desde entonces hasta ahora he aprendido eso. La vida me ha llevado donde menos me esperaba. Aceptando lo que me pasa y lo que pase. He aprendido cómo tomarme la lluvia. Antes me quejaba porque acababa el verano. Ya no. Hay que aceptarlas como son. Y no ser intransigente".

Toda la transigencia de Tena llegaba para exculpar a cualquiera que se atreviera a cantar o a  componer, lo que sea o fuera: "¿Cuántos hemos quedado de los 80? En aquella época había infinitos grupos. Hay cosas para quedarse, pero también hay que tener talento para hacer canciones de usar y tirar".

Hay cantantes, voces y letras para quedarse. Ni los huracanes lo vencieron aunque saliera corriendo cuando fue atropellado por la fama: "Me pilló desprevenido el éxito de Sangre Española. Y salí corriendo a Miami. Porque yo soy un tío tímido, que le gusta estar a su aire, y que de repente me esté todo el mundo mirando... Eso fue lo que me desconcentró. Ahora no, ahora les agradezco que me pidan un autógrafo y una foto. Hay gente que sale al escenario a lucirse y yo canto para comunicar, pero no sé bailar, no voy al gimnasio y el mundo del espectáculo me pilló desprevenido".

El mal cuento que se ha llevado a muchos por delante: el universo que rodea y que no es lo que importa: "No es que me viniera grande el éxito es que yo no había hecho la música para que las chicas más guapas me rodearan y me conocieran todos... Tuve que escribir como el famoso que ha triunfado y me fui donde no me conocían, en Miami donde me quedaba a dormir en la playa".

Y dio el matiz necesario (sí, el justo, aunque sin nombre): "Hay mucha gente que se ha casado con Sangre Española y es gratificante, pero en aquel momento me espachurró. Hace 24 años de eso y en estos 24 ya he aprendido a manejar las cosas con mano izquierda".

Acostumbrado a no esperar mucho desde niño acaso no era tan raro que quisiera fugarse cuando dejó de ser ese joven que cantaba y escribía canciones porque le salvaba y le salvaron hasta el final.

Ya de pequeño los augurios eran bastante regulares: "Nada más nacer se me perforó el tímpano así que siempre tuve complejo de tener mal oído y me decían que no cantase que tenía la boca llena de sopas. Con mi primer single le dije al productor ver qué haces con esa mierda de voz y él me dijo: pues igual te haces millonario con esa voz".

Y no se hizo millonario, aunque él reconocía que podría haberlo sido: "Sí, si hubiera entendido cómo funciona. Todavía debo dinero a Hacienda. Se llama indefensión, yo nunca voy a poder pagar mis canciones".

Lo que sí había aprendido era a no ser el repetidor de la clase: "Estoy enfadado conmigo porque creo que siete años de sal son suficiente, pero sin embargo me tiré 21 y luego otros diez, porque dejé una cosa y me metí en la otra: 31. Yo creo que con 7... Tenía que haber tenido la lucidez, pero ahora que lo sé no voy a repetir curso".

Palabra cumplida. Y con su propio epitafio: "Yo ya sé rebotar. Prefiero que digan: aquí salió corriendo Manolo Tena a que lo tiraron y no rebotó. Yo he hecho una travesía por el desierto y he vuelto".

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