Juan Tamariz: "Yo no hago humor, es que salgo contento a hacer magia"

  • Presenta nuevo espectáculo eñl rey de la magia de cerca y los juegos de cartas: 'Magia potagia y más'.
  • "En el arte lo que importa es el amor, es lo que hace que no necesites que nada te empuje"
  • "Una vez hice un juego a Cela y después me mandó un libro diciéndome que al fin había entendido la palabra pasmo".
Juan Tamariz, en entrevista con '20minutos'.
Juan Tamariz, en entrevista con '20minutos'.
JORGE PARÍS
Juan Tamariz, en entrevista con '20minutos'.

A sus 73 años a Tamariz no le falta ni energía ni ganas ni pasión y mucho menos nuevos juegos. Los últimos los presenta en su espectáculo Magia Potagia y más (desde el 3 de marzo en el Teatro de la Luz Philips de Gran Vía).

Desde que a los 6 años le regalaron una caja de magia hasta hoy, ¿cómo ha mantenido la pasión?

Pedí yo la caja porque ya quería ser mago. Mis padres decían que siempre les pedía que me llevaran al circo porque quería ver un mago. Y para mantener la ilusión si amas algo de verdad no necesitas que nada te empuje. En el arte lo que importa es el amor, la pasión, y es lo que hace que tengas un fuego dentro que no se apague nunca, y que estés cinco años pensando y puliendo un juego que luego igual dura poco más de 3 minutos.

¿Cinco años pensando el mismo juego?

Sí, es tiempo de quitar y ver cómo se trasmiten las emociones, lo de menos es el truco, que se vea o no. Lo fundamental es cómo se siente el espectador. Me acuerdo una vez que a Cela le hice un juego y luego me mandó un libro en el que ponía: nunca había entendido hasta que te vi la palabra pasmo.

¿El truco es lo de menos?

Para mí, sí. Hay mucho de psicología. Según reaccionan los espectadores tengo que cambiar y a veces ni sé por dónde seguir. Para eso te has formado tanto tiempo y tienes las herramientas.

Cuando no tenía esas tablas, ¿cómo salía adelante si algo fallaba en pleno espectáculo: con humor?

Es que salgo contento, no hago humor ni comicidad, es alegría de dentro, para mí hacer magia es una fiesta. Lo único trabajado es la técnica y la psicología que es un 80%, tratar de llevarles donde quieres en el buen sentido, porque otros lo hacen para engatusarte, como por ejemplo un político.

¿Le haría algún juego de magia a un político si se lo pidiera?

A cualquiera, no voy a discriminar. Dar ilusión es bueno, pero para un político más. Estamos de acuerdo todos en que este momento es muy lioso, pero un político tiene que tener ilusión. Y ganas de hacernos caso que es para lo que están, para hacernos caso. Están para tener ilusión y transmitírnosla. Una vez vino un político y me pidió que fuera a su campaña y estuve a punto de aceptar, porque era un político con ilusión. Era Tierno Galván.

¿Cuál es para usted el espectador más complicado?

El que me obliga a transmitir más mi gozo interior. El que está con más capas de la adultez. Tiene al niño menos a flor de piel y tienes que liarte a puñetazos con las capas de adultez. Uno de mis maestros me decía si vas a un teatro a que te aplaudan lo que logras es que tu ego sea más grande. Es lo de menos.

¿Cómo ha logrado mantener a raya la vanidad?

A veces te pones vanidosillo, y todos tenemos celillos, envidias... Lo importante es que disfruten.

¿Y ha sentido alguna vez que no lograba que disfrutaran?

Es que a veces el fuego está apagado y llueve muy fuerte y he tenido que dejar de actuar unos meses porque murió un amigo mío muy joven y me dediqué a hacer un documental de él. No es fallo o fracaso si no sale un juego bien o a alguien no le gusta. No es grave.

¿Lo peor que le puede pasar a un mago?

Yo me perdono todo, me quiero mucho, y puedo ser muy malo, y aun así me perdono todo. Pero la vanidad en el artista hasta es perdonable. A mí me gusta más cuando hay verdad en el arte. Porque no hay engaño en la magia, lo que hay es ilusión.

¿Ha tenido ganas de decirle algo a los que dudaron de sus posibilidades en televisión por su pelo o sus dientes?

Bueno, es que tenían razón que en tele un primer plano con los dientes así pues no... Me decían que me hiciera algo, que me arreglara la dentadura, pero dije que no me hacía nada. El que no quiera que no mire. No, no les diría nada, les besaría apasionadamente y a lo mejor así les gustaba más.

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