No cualquiera sale bien parado tras pintar una grisalla, un cuadro en el solo se emplea el gris —o sus matices— y algún color neutro —las tonalidades del blanco—. La pretensión es nada menos que imitar de modo realista a la piedra y obtener una sensación relieve escultórico en la obra pintada. Sólo algunos de los grandes maestros han aprobado con nota sus encuentros con la técnica por lo que supone de reducción drástica de la paleta cromática.

Quizá el más notable de los grisallistas fuese el enigmático Pieter Brueghel el Viejo (1525-1569), el artista clave de la pintura de los Países Bajos durante el siglo XVI, un referente forzoso en la historia del arte y un personaje que todavía conserva en blanco muchas páginas de su historia personal y obra, ambas misteriosas y llenas de incógnitas. Se sabe con certeza que le apasionaba la pintura monocromática y que tenía especial cariño a las tres únicas grisallas que se conservan entre los apenas 40 cuadros que se le atribuyen.

Conservó una para su colección personal

Por primera vez el trío de piezas compartirán un mismo espacio de exposición en Bruegel in Black & White: Three Grisailles Reunited (Brueghel en blanco y negro: las tres grisallas reunidas). La reunión se celebra, hasta el 8 de mayo, en la Courtauld Gallery, uno de los pequeños grandes museos de Londres y propietario de la que quizá sea la pieza más conocida de los tres monocromos de Brueghel, Christ and the Woman Taken in Adultery (Cristo y la mujer acusada de adulterio), pintada en 1565 y querida tanto por el artista que fue de las pocas obras que conservó para su colección personal.

Las otras dos grisallas llegan cedidas. Son The Death of the Virgin (La muerte de la Virgen), pintada en torno a 1564 y propiedad del Trust Nacional de arte público del Reino Unido, y Three Soldiers (Tres soldados), de 1568, que pertenece a los fondos de la Colección Frick de Nueva York. La primera de estas dos, una obra con una notabilísima densidad de matices claroscuros, fue regalada por Brueghel a uno de sus mejores amigos, Abraham Ortelius, el padre de la cartografía flamenca.

Las tres piezas, todas pintadas sobre paneles de madera, son peculiares en la obra del artista, conocido por sus escenas de campesines y las visiones alegóricas de tono fantástico y actitud moralizante, como la serie sobre los Siete Pecados Capitales, muestran un refinamiento que no se encuentra en el resto de la obra del holandés y son algunas de las grisallas más logradas de una época tan temprana. Aunque la técnica era utilizada para esbozos preparatorios de futuros grabados, parece que Brueghel pintó las suyas para disfrute personal.

En la exposición de la Courtauld han añadido material comparativo que incluye réplicas contemporáneas y grabados, así como otras grisallas que permiten comprara el desarrollo de la técnica en el norte de Europa. Son de especial interés será un par de copias de Cristo y la mujer acusada de adulterio, una de ellas del hijo de Brueghel, Jan el Viejo, la otra, al parecer, pintada en Italia a petición.

Finalmente se exhibe, en un apartado titulado Brueghel, no Brueghel, Visit to the Peasants (Visita a los campesinos), cuya autoría no pone de acuerdo a los expertos, que dudan en atribuir la jocosa y tierna grisalla a Pieter o a Jan.