El arte rabioso y misógino de Royal Robertson, paranoico y profeta del apocalipsis

  • El artista 'outsider' afroamericano (1936-1997) estaba convencido de que era víctima de una conspiración femenina que dirigía su exmujer.
  • 'Dios el Creador, bombas atómicas y la loca Adell' reúne en Berlín una colección de obras proféticas y enloquecidas de un pintor ensimismado en sus visiones.
  • Fue dibujante ambulante de carteles comerciales y, tras la ruptura de su matrimonio, fraguó intensos diarios gráficos sobre viajes espaciales y apocalipsis.
Uno de los retratos del artista 'outsider' Prophet Royal Robertson
Uno de los retratos del artista 'outsider' Prophet Royal Robertson
Courtesy Delmes & Zander
Uno de los retratos del artista 'outsider' Prophet Royal Robertson

"No se admiten putas divorciadas". Uno de los carteles pintados a mano por el autoproclamado Profeta Royal Robertson (1936-1997) es decisivo en su incorrección para entender la obra obsesiva de un creador que habitó la locura e hizo de ella el tema único de su obra. Situado fuera de los movimientos académicos o de vanguardia, el artista negro estadounidense construyó una crónica de la rabia, la misoginia y la paranoia.

Convencido de que su exmujer, Adell Brent —que lo dejó por otro tras 19 años de matrimonio y 11 hijos a los que se llevó con ella— dirigía un complot conspirativo de alcance mundial, Robertson, que se había ganado la vida como dibujante ambulante de carteles comerciales, se encerró en sí mismo a partir de 1964, tras la separación, y se dedicó a pintar la crónica de sus aberrantes visiones en la casucha en la que vivía en Luisiana.

Arte en los márgenes

La exposición God the Creator, Atomic Bombs and Crazy Adell (Dios el Creador, bombas atómicas y la loca Adell), desde el 22 de enero al 5 de marzo en la galería Delmes & Zander de Berlín, un espacio dedicado al arte situado en los márgenes de los postulados habituales o, como en este caso, claramente fuera de ellos, presenta una selección de las obras proféticas y enloquecidas de un pintor ensimismado en la paranoia, la misoginia, los viajes espaciales y la creencia de que el apocalipsis estaba tocando la puerta encarnado en Adell.

La etiqueta de arte outsider —el firmado por creadores, a menudo psicóticos, autistas o enfermos mentales, que no hacen ninguna concesión al público, la moda o el mercado y que llevan la imaginación a extremos incómodos que las academias no tolerarían y ponen nervioso al observador— es totalmente de recibo en el caso del Profeta Roberston, sobre todo a partir de la ruptura del matrimonio. Los vecinos se quejaban de su comportamiento y de los ataques verbales a las mujeres que pasaban ante su chabola.

Murió a los 60 tras un ataque al corazón

En algún momento se llegó a hablar de un diagnóstico: esquizofrenia paranoide, pero nadie se hizo cargo del tratamiento y Roberston nunca dispuso de medios —probablemente tampoco de ganas o voluntad— para ponerse en manos de los médicos o las soluciones químicas. Su terapia era la pintura y a ella se dedicó con febril y obsesiva intensidad hasta que murió a los 60 años tras sufrir un ataque al corazón. Nunca hizo daño a nadie más allá de unos cuantos aullidos malsonantes y descorteses.

La exposición muestra varias decenas de carteles y pinturas que Roberston producía con una premura machacona con los materiales que tenía a mano, encontraba o le regalaban: como soporte usaba cartulina, papel o madera, y como materiales, rotuladores, témperas, lápices de colores, bolígrafos y purpurina. Hay denuncias directas a la "traición de su esposa", visiones alucinatorias sobre viajes espaciales, predicciones de un cercano apocalipsis, citas bíblicas, advertencias sobre los peligros del adulterio y la fornicación, arengas contra las "putas adúlteras", las "cónyuges infieles", las "rameras" y los "hijos bastardos que han perdido el orgullo"...

Cabaña arrasada por el Huracán Andrew

La rabia misógina de Robertson fue el centro de una prolija narración de centenares de piezas que abarrotaban la cabaña y el patio de la pequeña propiedad. Cada centímetro del interior estaba cubierto por escenas vitales, casi todas interpretaciones autobiográficas y lamentos sobre las "traiciones" de la exesposa. Robertson, que firmaba las obras como Profeta o Patriarca, no dejaba entrar a cualquiera en el lugar, que consideraba un "santuario". En 1992 el Huracán Andrew arrasó el lugar y, aunque varios coleccionistas ayudaron en los trabajos de recuperación, muchas de las obras se perdieron para siempre.

Las piezas más llamativas no son las diatribas de tono bíblico, sino los cuadros que representan el universo enigmático de un hombre con el alma poblada por heridas pero la conciencia, en su opinión, sancionada por dios. Algunos retratos son de una bella delicadeza —parecen tableros de altares religiosos— y los paisajes, en los que dominan extrañas combinaciones de amarillos, resultan cautivadores y remiten a la ciencia ficción, con naves espaciales tripuladas alternativamente por seres divinos o extraterrestres, monstruos con parecido a Godzilla y templos de arquitectura futurista.

Obras usadas por Sufjan Stevens

Algunas obras de Robertson fueron utilizadas por el brillante músico estadounidense Sufjan Stevens en la portada y el interior del álbum The Age of Adz (2010). Durante la gira de promoción del disco, el compositor proyectó imágenes de obras del Profeta en la pantalla que servía como telón de fondo a los conciertos.

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