«Nos va bien, tengo el negocio a medias con mi hermano y sacamos dinero para ir tirando, sobre todo los fines de semana, que esto se llena de gente que pasea», cuenta, al contrario que él, que pasa buena parte del día encerrado entre las cuatro paredes del quiosco. «Te acostumbras, pero sí, preferiría estar en una playa en mi país», bromea.

Ya conoce los sabores favoritos de los vallisoletanos, «leche merengada, fresa, chocolate y limón», eso es lo que más se vende, «aunque entre los mayores, porque los niños prefieren los polos de figuritas y los que están hechos con hielo, no los de bolas y cucurucho».

No tiene novia, así que no hay nada que lo ate a esta ciudad, «lo de los helados se acabará con el verano, así que después ya veremos lo que hacemos, porque hay que trabajar para vivir», dice, con una sonrisa, mientras reconoce sentir nostalgia de Brasil.

Valladolid me gusta por...

La gente, el trato es muy respetuoso y agradable.

Y no me gusta por...

No puedo decir nada que me guste menos, porque me gusta todo.

Admiro a...

Mi padre, por supuesto, es mi padre.

No me gusta...

Ni la violencia en el fútbol ni soy partidario de las drogas. Eso no me gusta.

Y tú, ¿cómo estás?

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