Indemnización de 30.000 euros a una mujer que se rompió las piernas en La Pinilla por la imprudencia de un esquiador

La Audiencia Provincial de Segovia ha confirmado el fallo del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 1 de Sepúlveda contra un esquiador que perdió el control en una pista de la estación invernal La Pinilla e impactó contra otra esquiadora que sufrió la rotura de sus dos piernas a consecuencia del choque.

La Audiencia Provincial de Segovia ha confirmado el fallo del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 1 de Sepúlveda contra un esquiador que perdió el control en una pista de la estación invernal La Pinilla e impactó contra otra esquiadora que sufrió la rotura de sus dos piernas a consecuencia del choque.

El esquiador deberá indemnizar a la mujer con 30.542 euros, así como abonar una multa de 150 euros por una falta de lesiones imprudentes, según la sentencia del juez, a la que ha tenido acceso Europa Press.

La Audiencia absuelve de cualquier responsabilidad civil a La Pinilla, que fue condenada a pagar la indemnización conjuntamente con el varón.

Los hechos se remontan al 16 de febrero de 2013 hacia las 13.15 horas, cuando la mujer, que esperaba en la cola de un remonte, fue arrollada por un esquiador que descendía por la pista denominada 'Stadium' a gran velocidad, lo que le hizo perder el control.

A consecuencia del impacto, la esquiadora sufrió la fractura de ambos peronés y las mesetas tibiales y quedó impedida durante casi ocho meses. Además, le quedó como secuela dolor en ambas rodillas y agravación de artrosis postraumática.

Según testigos presenciales, el varón se desplazaba voluntariamente a velocidad excesiva, si bien el propio esquiador alegó que la pérdida del control se produjo por la existencia de matas de vegetación en la pista, con las que se trabó en su descenso, al tiempo que argumentó como factor del accidente la existencia de la cola en el arrastre.

El Juzgado de Sepúlveda dictó sentencia en febrero de 2015 y tanto el esquiador como la mercantil La Pinilla S.L. recurrieron el fallo. Ahora, la Audiencia absuelve a la estación al considerar que los hechos probados no permiten concluir que esta tuviese responsabilidad alguna derivada de infracción penal en las lesiones sufridas por la mujer.

El tribunal sí estima por el contrario la imprudencia del esquiador y da por válida la conclusión alcanzada por el juez de instancia, por lo que considera al hombre responsable penal de la lesiones causadas y, por tanto, responsable civil de sus consecuencias.

Un esquiador experto

La Audiencia concluye que, si el ahora condenado era experto en la práctica deportiva, con pleno conocimiento de la técnica y de la estaciones de esquí, no puede escudarse en la existencia de unas hierbas a unos metros del remonte que le hiciesen perder el control cuando en su recurso afirma que había matas de hierba a lo largo del descenso.

Así, indica que si el varón sabía que la pista estaba en tal mal estado, y lo supo a lo largo del descenso, lo que debió hacer es acomodar su velocidad a las condiciones de la pista, pues como esquiador experto conocía los riesgos de encontrar en su trayectoria tales obstáculos.

"Si en lugar de ello decidió esquiar como si la pista estuviese en perfectas condiciones, solo él debe ser responsable de su actos, de la misma forma que sucedería con una conductor que conociendo el mal estado de una carretera optase conducir por ella a la misma velocidad que si estuviese en buenas condiciones", recoge el juez en su sentencia.

Por otra parte, apunta que ese mismo carácter de esquiador experto hace irrelevante su pretensión de que la culpa fuese de la cola de gente esperando en el remonte, y no suya. En este sentido, insiste en que era él quien descendía y sabía que en ese lugar se tomaba el arrastre.

A la vista de las fotos, la pista tiene una visibilidad perfecta casi desde su inicio, por lo que, según el juez, el varón sabía que al final de la misma se encontraba el remonte y a lo largo de su descenso tuvo que apreciar que se formaba la cola de gente esperando para tomar dicho remonte, "pues es una evidencia física que la gente no tiene la facultad de aparecer repentinamente".

"Como esquiador experto tenía que saber y por tanto debió prever que existiese gente en fila esperando el remonte y que como es natural, la gente se situase en paralelo a la pendiente para esperar a tomarlo", concluye.

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