El arte pícaro impulsado por Madame de Pompadour, amante favorita y oficial del rey Luis XV

  • 'Baila, besa a quien quieras' recrea en el Louvre de Lens las 'fiestas galantes' y licenciosas promovidas por la cultivada cortesana francesa del siglo XVIII.
  • El título es el estribillo de una canción que compuso la Pompadour, protectora de las artes y concubina durante dos décadas del rey, que la nombró marquesa.
  • En la exposición, con mobiliario y artes decorativas del más recargado rococó, destacan los cuadros inspirados por Antoine Watteau, el pintor del cortejo amoroso.
Óleo de Watteau, 'padre' del estilo de las 'fiestas galantes'
Óleo de Watteau, 'padre' del estilo de las 'fiestas galantes'
Paris, musée du Louvre © Musée du Louvre, Dist. RMN-GP / Angèle Dequier
Óleo de Watteau, 'padre' del estilo de las 'fiestas galantes'

La exposición de pintura, escultura y artes decorativas que muestra la filial del Louvre en Lens (Francia) es de esas que sólo requieren el título y el lema para ser entendidas sin añadir ningún otro detalle: Dansez, embrassez qui vous voudrez: Fêtes et plaisirs d'amour au siècle de Madame de Pompadour (Baila, besa a quien quieras: fiestas y placeres del amor en el siglo de Madame de Pompadour).

Por si no bastara con tan prolijo y descriptivo enunciado, los organizadores de la muestra añaden una declaración de intenciones que parece un reclamo de autosuficiencia y brío en un país con el ánimo muy castigado tras los atentados del 13-N en París: "le goût français, le bonheur de vivre, la soif de liberté" ("el gusto francés, la alegría de vivir, la sed de libertad").

Enterrado a escondidas

Hasta el 29 de febrero, la pinacoteca recrea el arte de los tiempos de la picardía y las licencias amorosas del siglo XVIII, cuando reinaba Luis XV (1710-1774), que empezó su mandato siendo tildado de Bien Amado pero fue enterrado a escondidas por temor a desórdenes y burlas durante el cortejo fúnebre. Marcaba gustos y tendencias Jeanne-Antoinette Poisson, Madame de Pompadour (1721-1764), amante favorita y oficial del monarca durante dos décadas, mecenas de artistas, cultivada cortesana, con el tiempo marquesa residente en Versalles y amiga íntima de la reina consorte María Leszczyńska, a la que importaban poco las infidelidades de su majestad el rey.

La exposición, cuyo título procede de una cancioncilla compuesta en 1753 por la Pompaduor como villancico y luego usada como himno privado de celebraciones, pretende recrear la atmósfera de la fête galante (fiesta galante), subestilo pictórico del rococó destacado por representar escenas de cortejo amoroso y diversiones en una atmósfera de encanto idílico y bucólico y, aunque bañadas por un aire de teatralidad, propicias para las licencias románticas, la confidencia, el flirteo y el juego sexual.

Un lote de parejas y un lote de cupidos

Decorados rústicos, gente joven y elegante y placeres refinados. Eso prometen desde el Louvre que encontrarán los visitantes a la exposición: un viaje en el tiempo a una escena de fête galante que podría haber pintado el padre del género, Jean-Antoine Watteau (1684-1721), el artista barroco que terminó, a fuerza de recargar el estilo, inventando el rococó de lo refinado hasta un límite cercano al mal gusto. El autor obligó indirectamente a la Academia Francesa de Bellas Artes a acuñar en 1717 la fiesta galante tras presentar el cuadro L'imbarco per Citera, una poblada escena coral donde un lote de parejas embarcan hacia la isla del amor mientras otro lote de cupidos revolotea con agitación. Los académicos entendieron que el lienzo era tan distinto que merecía fundar un estilo.

Los temas de Watteau —la dulzura, el capricho, la suavidad, los refinados entornos naturales, los juegos entre jóvenes nobles cómplices en ocasiones de alguna travesura, la dulzura de la música, cierta pose de quizá pequemos pero no somos pecadores...— fueron adoptados por muchos artistas posteriores a la muerte prematura del maestro (a los 38 años, de tuberculosis), entre ellos François Boucher (1703-1770), Jean-Baptiste Oudry (1686-1775), Jean-Baptiste Pater (1695-1736) y  Pierre-Antoine Quillard (1700-1733). De los cuatro y del precursor Watteau hay obras en la exposición.

220 piezas entre pinturas, porcelana, textiles, muebles...

El aire campestre y musical del estilo —en más de un tercio de la producción pictórica de Watteau aparecen músicos— se trasladó también a la escultura, las artes gráficas, la orfebrería, la cerámica y porcelana, los tapices y textiles, el diseño de muebles y el vestuario. El Louvre ha reunido la que consideran más completa selección del estilo nunca antes exhibida en conjunto en un museo: entre piezas propias y préstamos, el catálogo de Dansez, embrassez qui vous voudrez se eleva a 220 piezas. Además de Francia, el país más frecuente es Alemania, donde el rococó prendió fuerte, sobre todo en la repolluda porcelana de Meissen.

Aunque la Revolución Francesa dejó al rococó cubierto de polvo y reveló su estirada ridiculez, el estilo sigue teniendo defensores que estiman el  "carácter seductor" que "encantó a la Europa de la Ilustración". En una segunda aportación al orgullo patrio, desde el museo califican la muestra, colocando la frase entre admiraciones, como "¡un homenaje al gusto francés y a la alegría de vivir!".

'La estratagema de los hombros'

El comisario de la exposición, Xavier Salmon, director del departamento de Artes Gráficas del Louvre, echa una lanza a favor de Watteau por su capacidad para captar "el poder seductor" de la figura femenina cuando la pinta en posición de descanso. "La apatía, la pereza, el abandono, la indiferencia, el ritmo de la postura, los bellos perfiles que buscan el retiro escurridizo del pecho, las curvas serpenteantes,  la flexibilidad del cuerpo femenino, la interacción de sus delgados dedos en el mango del abanico, las indiscreciones de sus zapatos de tacón revelados bajos la falda...", enumera.

El responsable de la exposición prosigue en una soflama de decidido tono rococó: "la coquetería de los gestos, la estratagema de los hombros, todo lo que las mujeres habían aprendido de sus espejos en el siglo XVIII, la mímica de la gracia, fue popularizado por Watteau, que extendió el modelo por toda Europa y hasta China".

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