Condenan a un hombre a 9 años de cárcel por intentar matar a su expareja un mes después de imponerle alejamiento

La sección primera de la Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a un hombre a la pena de nueve años y medio de prisión por intentar matar a su expareja, contra la que tenía interpuesta una orden de alejamiento desde hacía un mes, con un cuchillo en el ascensor de su vivienda.

La sección primera de la Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a un hombre a la pena de nueve años y medio de prisión por intentar matar a su expareja, contra la que tenía interpuesta una orden de alejamiento desde hacía un mes, con un cuchillo en el ascensor de su vivienda.

El tribunal considera al hombre, de 57 años, autor de un delito intentado de homicidio y otro de quebrantamiento de condena, por el que le fija nueve años y medio de cárcel, así como el pago de una indemnización a la víctima de 9.777 euros. También le impone un alejamiento de la mujer a una distancia de 300 metros durante 15 años.

El hombre fue condenado en julio de 2014 por un delito de lesiones en el ámbito familiar, y se le prohibió acercarse a su expareja sentimental —la víctima— a una distancia no inferior a 200 metros.

Sin embargo, un mes después de esta condena, el 16 de agosto de 2014, el hombre se personó en el edificio en el que residía la víctima y se escondió en las escaleras hasta que ésta de su domicilio. En ese momento, el agresor la empujó al interior del ascensor y mientras bajaba, le propinó varias puñaladas "con la intención de acabar con su vida", según ha concluido el tribunal.

Cuando el ascensor paró y abrió sus puertas, dos vecinos vieron cómo el agresor huía del lugar de los hechos y un tercero observó cómo, durante su huída, tiraba el arma. Una de las personas que presenció la escena era enfermera y pudo atender a la agredida, que se encontraba tumbada en el suelo.

Como resultado, la agredida sufrió numerosas heridas por las que precisó tratamiento hospitalario y un tratamiento psiquiátrico posterior.

El tribunal que ha juzgado el caso ha concluido que se trata de un intento de homicidio por las zonas corporales "sensibles" en las que la víctima presentaba las heridas, porque el procesado "sólo dejó de acuchillar a la víctima cuando fue sorprendido por los testigos" y porque su ADN apareció en el mango del arma utilizada.

Además, la pena final se ha fijado en nueve años de prisión por el intento de homicidio por los agravantes de parentesco, "puesto que ha quedado acreditado que la víctima era persona ligada por relación de afectividad con el agresor", y por el de abuso de superioridad, puesto que el procesado se escondió para atacar a su víctima.

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