La mitad de las personas sin hogar aseguran ser víctimas de agresiones y vejaciones

  • El primer informe sobre personas sin hogar víctimas de afresiones revela que un 47% de los sintecho ha sufrido algún episodo de violencia o vejación.
  • El análisis indica que un 60,4% de las víctimas son mujeres y un 57% españoles.
  • "Estas agresiones se producen principalmente por un déficit cultural y educativo".
  • El tiempo medio en situación de sin hogar es de algo más de cinco años.
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Cada mañana Alberto se dirige desde el cajero donde duerme a la sede de RAIS Fundación Valencia.
Cada mañana Alberto se dirige desde el cajero donde duerme a la sede de RAIS Fundación Valencia.
EVA MÁÑEZ
Cada mañana Alberto se dirige desde el cajero donde duerme a la sede de RAIS Fundación Valencia.

"Estaba durmiendo debajo de un puente del cauce del río, cuando un grupo de individuos me abordaron, me golpearon y me robaron todo el dinero que tenía". Este es el testimonio de Alberto Sabo, uno de los miles de sintecho que deambulan por las calles de España, en este caso de Valencia, y que parecen invisibles a los ojos de una sociedad sometida a la dictadura del consumo y las nuevas tecnologías.

Sin embargo, existen, están ahí fuera, y casi la mitad de ellos son víctimas de todo tipo de agresiones y vejaciones. Según los resultados de la investigación del Observatorio Hatento presentado en junio de 2015 (265 personas entrevistadas en Madrid, Murcia, Sevilla, Barcelona, San Sebastián y Bilbao), un 47,1% de las personas entrevistadas informan de al menos un incidente o delito relacionado con la aporofobia durante su historia de 'sinhogarismo'.

Este es el único estudio que se ha elaborado hasta la fecha sobre delitos de odio contra las personas sin hogar y en él han participado diversas organizaciones sociales especializadas en atenderlas, tales como RAIS Fundación, Assís Centre D'Acollida, Apdhe, Asociación Bokatas, Asociación RAIS Euskadi, Unijepol y Asociación Zubietxe. Maribel Ramos es la coordinadora de este proyecto. Según ha explicado, "el objetivo es sacar a la luz una realidad que está siendo invisible frente a los ojos de gran parte de la sociedad para, a partir de ahí, tratar de buscar soluciones ante estos hechos tan graves que se están dando".

Alberto tiene 63 años y llegó a España hace tres procedente de Ilva Mica, una pequeña localidad de Rumanía: "Unos conocidos que estaban en Valencia me dijeron que había trabajo en el campo, así que vine con mi hijo; necesitábamos mandar dinero a mi mujer, que se quedó al estar delicada de salud, y a mis hermanos". Sin embargo, las cosas no salieron como esperaban.

Su rostro refleja la dureza de una vida que ha dado con sus huesos en la calle. Según explica emocionado, vivían "en una casa abandonada en Benifaió (Valencia)". Su hijo estuvo trabajando en el campo durante un par de años, pero sufrió "una hemorragia interna en el estómago al perforarse una arteria y murió". Alberto, sin trabajo y con problemas cardíacos, se desplazó a Valencia, donde empezó a vivir en la calle, de la caridad.

Violencia y soledad

"Sin duda, lo más duro de esta situación es la soledad, no tener a nadie con quien hablar cuando lo necesitas". Así, empezó durmiendo en el jardín del viejo cauce del río Turia, bajo un puente en el que dormían otros sintecho. Allí fue donde sufrió el robo y la agresión: "Desde entonces duermo en cajeros automáticos del centro histórico, porque puedo cerrarlos por dentro, es más seguro y hay más vigilancia policial por la noche".

Según los datos del informe Hatento, un 60,4% de las víctimas son mujeres y un 57% son españoles. Un 81,3% de los sin hogar entrevistados habrían pasado por este tipo de experiencias en más de una ocasión. Una de cada tres ha sido insultada o ha recibido trato vejatorio, y una de cada cinco ha resultado agredida físicamente.

En el caso de Alberto, solo ha sufrido un episodio durante el año que lleva viviendo por las calles de Valencia, aunque asegura que casi todos sus conocidos "han sufrido algún incidente como insultos o robos".

El informe arroja más datos. Por ejemplo, la edad media de las personas que reconocieron y narraron una experiencia es de 46 años, y el tiempo medio en situación de sin hogar es de algo más de cinco años.

En un 42,9% de las experiencias de victimización analizadas, las personas sin hogar fueron insultadas o se las trató de manera vejatoria, y en un 40,8% de los casos sufrieron agresiones de carácter físico. En el 61,1% de las experiencias analizadas hubo mensajes especialmente ofensivos, con expresiones como "Cabrón, qué haces aquí, vete de este pueblo", "Vete a dormir al vertedero" o "Fuera de aquí, tirado de mierda".

Según Ramos, "estas agresiones se producen principalmente por un déficit cultural y educativo, unido a la sensación de impunidad entre los agresores que piensan que, aunque los localicen, no les va a pasar nada". En este sentido, las diferentes organizaciones están luchando para que el Código Penal incluya las agresiones a los mendigos como delitos de odio, ya que "actualmente se catalogan tan solo como una agresión".

Dos mantas, un cojín, una armónica y un sombrero

Al respecto, salvo por el episodio de violencia sufrido, Alberto ha tenido la suerte de encontrar el cariño de la mayoría de la gente con la que de alguna forma comparte su día, tal y como pudo comprobar El mensual tras acompañarlo a lo largo de una jornada.

Así, como cada mañana, se levanta alrededor de las 7.00 horas de su "hotel" (así llama al cajero automático donde duerme en la calle de las Barcas). Es la hora a la que empieza a entrar el personal, incluido el jefe de la entidad: "Me dijo que estuviera tranquilo y que me quedara siempre que quisiera".

Tras meter en un carrito sus pertenencias, que básicamente son dos mantas, un cojín, una armónica y su característico sombrero, se dirige a la sede de RAIS Fundación en Valencia, donde se asea, le atienden de cualquier necesidad y desayuna junto a otras personas que están en su misma situación. Después se dirige a las calles Xàtiva y Colón, el epicentro comercial de la ciudad, donde pone la gorra mientras toca la armónica.

Si bien la mayoría de la gente que pasa por su lado, de forma voluntaria o involuntaria ni tan si quiera se percata de su presencia, siempre hay excepciones. Por ejemplo, una dependienta de una perfumería de la calle Colón asegura que todos los días le pone "colonia y crema hidratante en las manos": "Es un tipo muy majo y educado, siempre te regala un sonrisa cuando te ve".

Como otros muchos indigentes, Alberto prefiere estar la calle antes que alojarse en alguno de los albergues sociales existentes: "Para mí son como prisiones, porque tienen unas normas y unos horarios muy estrictos que hay que cumplir. Me siento más libre viviendo al raso". Sobre los ingresos que le reporta la mendicidad explica que "unos días puedes sacar unos céntimos, 3 o 5 euros, y otros hasta 20 euros, en días buenos de Navidad o Fallas".

Persona sin hogar

En este punto, recuerda uno de los momentos más emotivos vividos durante su etapa en la calle: "Las pasadas Navidades una mujer me dejó cuatro billetes de 50 euros en la gorra; cuando reaccioné ya se había ido, le di las gracias a gritos, pero ella siguió andando hasta que la perdí de vista".

Así, con el dinero se fue a un supermercado, se compró "un pollo precocinado, mostaza, un buen vino, dos paquetes de tabaco" y celebró la Navidad en el cajero "con Dios". Alberto es muy creyente. Asegura que su fe lo ayuda mucho "a superar las dificultades". Y pese a todo, siempre tiene una broma, un gesto de cariño y una sonrisa sincera hacia la gente que se cruza con él: "En mi interior no soy feliz, porque no existe ningún futuro para mí y estoy solo, pero trato de estar de buen humor porque es lo único que me queda y me hace sentir bien".

La mayoría de las víctimas no denuncia

Según la información proporcionada en las entrevistas del Observatorio Hatento, el 87% de las personas responsables de los incidentes y delitos de odio son hombres y un 57% tienen entre 18 y 35 años de edad. En el 28,4% de las experiencias analizadas, las personas responsables de la agresión o humillación son chicos jóvenes que estaban de fiesta; un 10,1% de las personas entrevistadas refieren experiencias relacionadas con el trato recibido por parte de servicios policiales; por último, grupos de neonazis estuvieron implicados en un 7,3% de las experiencias.

Otro dato preocupante es que la mayoría de las víctimas no presentan denuncia ante las autoridades tras recibir una agresión. De las 47 personas que recibieron una agresión física, solo 8 presentaron denuncia, lo que supone un 17%. De las cuatro personas que sufrieron una agresión sexual, únicamente una de ellas denunció.

Por suerte, este estudio no ha caído en saco roto. Según Maribel Ramos, el Ministerio del Interior les ha abierto las puertas para trabajar conjuntamente con el objetivo de minimizar estos casos: "Tanto en la Guardia Civil como en la Policía Nacional han creado la figura del interlocutor social, que se ha puesto en contacto con las entidades que trabajan con los sintecho para que los ayuden a formar a los agentes a la hora de cómo tratar a estas personas".

Tan abandonados por la sociedad están en general las personas sin hogar que ni siquiera existe un censo fiable que determine cuántas se encuentran en esta situación en España.

Begoña Pastor es la directora del área del Mediterráneo de RAIS Fundación, entidad especializada en su atención. Según explica Pastor, el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) al respecto es del año 2012 y cifra en 23.000 las personas que fueron atendidas en centros asistenciales.

A estas cifras habría que añadir "a las personas que no acceden a los recursos y permanecen de modo estable en las calles, que es estimado por las entidades sociales en un mínimo de 8.000 más". Esta entidad prestó durante el año pasado 207.632 servicios a personas sin techo, un 29,8% más que en 2013. En cuanto a número de personas diferentes atendidas, el año pasado ascendió a 7.607, un 24% más que en 2013.

Las mismas fuentes han explicado que de enero a junio del presente año han atendido a cerca de 3.805 personas y han ofrecido 52.803 servicios de alimentación y 12.206 noches de alojamiento.

Aunque desde la entidad han comentado que los datos de este año son muy similares a los del pasado ejercicio, "el aumento de atenciones y de personas que han recibido ayuda ha sido continuo durante la crisis, víctimas de los desahucios y la fragilidad cada vez mayor de las redes familiares y sociales, que está colocando a un porcentaje importante de personas en el umbral de la exclusión más extrema", concluye la directora del área del Mediterráneo de RAIS Fundación.

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