Cultura.- El 'San Juanito' de Miguel Ángel, a la espera de una decisión sobre su futura ubicación

El 'San Juanito' de Miguel Ángel, la única escultura del autor que se conserva en España, se encuentra a la espera de que la Fundación Casa Ducal de Mecinaceli tome una decisión sobre su futuro inmediato una vez que ha terminado su estancia en el Museo del Prado, donde ha permanecido expuesto desde el mes de marzo y hasta final del pasado mes de septiembre dentro del programa 'La obra invitada' que patrocina la Fundación Amigos del Museo del Prado.
San Juanico, de Miguel Ángel
San Juanico, de Miguel Ángel
EUROPA PRESS
San Juanico, de Miguel Ángel

El 'San Juanito' de Miguel Ángel, la única escultura del autor que se conserva en España, se encuentra a la espera de que la Fundación Casa Ducal de Mecinaceli tome una decisión sobre su futuro inmediato una vez que ha terminado su estancia en el Museo del Prado, donde ha permanecido expuesto desde el mes de marzo y hasta final del pasado mes de septiembre dentro del programa 'La obra invitada' que patrocina la Fundación Amigos del Museo del Prado.

Así lo han señalado a Europa Press desde la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, que es la propietaria de esta obra procedente de la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda (Jaén). Ahora, habrá que ver cómo y en qué condiciones se acuerda su regreso a Úbeda, algo que todavía no se ha determinado.

El secretario del emperador Carlos V, Francisco de los Cobos fue secretario el encargado de traer la obra a España. La escultura fue prácticamente destruida a comienzos de la Guerra Civil y estuvo reducido a fragmentos hasta su restauración en el Opificio delle Pietre Dure de Florencia (Italia).

Su paso por el Museo del Prado ha supuesto la primera vez que se ha podido disfrutar en España tras ese complejo proceso de recuperación. Además, la Fundación Casa Ducal de Medinaceli está ultimando el proyecto para el regreso de a su casa, en la Capilla de El Salvador, donde el objetivo es dedicarle una sala exclusiva.

Obra de juventud de Miguel Ángel, anterior a la Piedad del Vaticano y a los frescos de la Capilla Sixtina, la escultura fue donada por el duque de Florencia, Cosmé I de Medici, a Francisco de los Cobos. Éste la envió a España, a su villa de Sabiote (Jaén), y posteriormente pasó a enriquecer, tras su muerte, la capilla sepulcral del Salvador de Úbeda que mandó construir en su ciudad natal.

Estuvo expuesta hasta 1936 en un nicho cerca del retablo mayor de madera dorada realizado por Alonso de Berruguete, también gravemente dañado a comienzos de la Guerra Civil, cuando también sufrió desperfectos que destruyeron gran parte de la misma: quedó reducida a fragmentos y la cabeza fue quemada. De hecho, sólo se pudieron recoger de 14 fragmentos, equivalente al 40 por ciento de su volumen original.

La Fundación Casa Ducal de Medinacel encargó su restauración al Opificio delle Pietre Dure Florencia, un proceso que comenzó en 1994. Para su intervención, se utilizaron métodos novedosos, como el láser para limpiar la superficie negra y abrasada de la cabeza o la reconstrucción virtual en 3-D de la escultura completa basándose en fotografías tomadas poco antes de su destrucción.

Una vez montada la estatua con los fragmentos originales de mármol, se integraron las partes perdidas, realizadas con fibra de vidrio y luego estucadas, entonadas con témpera y selladas con cera y barniz; también se usaron imanes para juntar los diversos trozos. La escultura recuperada fue presentada al público florentino en 2013.

Ejemplo de escultura helenística griega

Al volver de Bolonia a Florencia, en 1495, el primer encargo de Miguel Ángel fue una estatua en mármol de un San Giovannino hecha para Lorenzo di Pierfrancesco de Médicis (primo de Lorenzo el Magnífico). Sin embargo, en lugar de seguir el modelo del San Juan Bautista de Donatello como hacían los demás escultores florentinos, Miguel Ángel representó a un santo más joven, como un niño de unos 6 o 7 años.

La escultura, de 130 centímetros, sigue el ejemplo de la escultura helenística griega y apoya la pierna izquierda sobre una roca, que dobla ligeramente, con los brazos doblados, la cabeza ligeramente inclinada y el cuerpo desnudo cubierto por un vellocino.

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