Calamaro y Fito, un concierto de los de antes

  • Andrés Calamaro y Fito & Fitipaldis abrieron su gira "2 son multitud" en Getafe.
  • El público tuvo que soportar unas condiciones organizativas mediocres.
  • Calamaro ganó en la emoción, Fito en la impecable ejecución.
Los dos artistas, en el inicio del concierto.
Los dos artistas, en el inicio del concierto.
EFE
Los dos artistas, en el inicio del concierto.

Vendían Fito Cabrales y Andres Calamaro su minigira conjunta por España como una "celebración del rock". Querían recuperar la dimensión festiva y ebria del género, con largos recitales multitudinarios donde la diversión y el brindis con los amigos fueran tan protagonistas como las evoluciones sobre el escenario.

Algo así como el parque de atracciones del rock, como un día de campo que en lugar de la montaña tiene como escenario un campo de fútbol abarrotado de gente. Y lo consiguieron, solo que junto a lo mejor de los espectáculos de rock de antaño, también se trajeron lo peor.

El espectador se encontró con la cruda realidad en el estadio Juan de la Cierva, en Getafe, un multiusos de aspecto semiabandonado y que pedía a gritos el ataque de un batallón de señoras o señores de la limpieza.

Lo que se anunciaba como "muchos servicios de hostelería, mercadillos..." eran en realidad dos puestos de patatas fritas y uno de kebabs, que evidentemente permanecieron saturados durante todo el concierto. Era gracioso ver a 300 personas cantando el "Te quiero igual" de Calamaro mientras hacían cola.

Para colmo, los espectadores que habían pagado 50 euros por un lugar preferente se encontraron con una grada de hormigón situada lejísimos del escenario. No te podías sentar, porque te llenabas de polvo, y solo había una barra, encajada en un angosto pasillo bajo una escalera donde solo servían bebida. Resumiendo: que si celebrar una fiesta de rock consiste en tirarse hora y media en una cola... Sí, fue un fiestón.

Abrieron con Los Rodríguez

Con más de media hora de retraso Cabrales y Calamaro aparecieron sobre el escenario. Llegaron abrazados, caminando tranquilamente, como si pasaran por allí. Saludaron, cogieron sus guitarras, comprobaron que cada músico estaba en su sitio y descargaron una potente versión de "A los ojos", un clásico de Los Rodríguez.

Ambos compartieron el escenario en los primeros lances del concierto. Fito le ganaba la partida a Calamaro, que con esos kilos de más, oculto bajo unas gafas de sol y torpe en los movimientos, parecía un tronco al lado de la lagartija Fito. Sonó "Viene y va", del vasco, y sonaba mejor que "No se puede vivir del amor", del argentino. En defensa de este ultimo se podría decir que Fito ha vivido de gira en los últimos 20 meses. Toca de memoria. Calamaro, parco en conciertos, trata de hacer revivir su

exquisito repertorio (sí, sí, en esto sí que le gana al Fito) en medio del desbarajuste.

Sus canciones suenan crudas y sucias. Como hijo artístico de los Rolling y de Dylan, su rock de autor con incursiones en el funk, el reggae, la ranchera o el pop es siempre bastardo. Nunca entrega lo que el publico quiere, sino lo que él quiere.

Así, entre bromas punzantes a Serrat y Sabina -"que deben estar en el geriátrico", soltó-, combinó éxitos incontestables cantándolos a su manera ("El Salmón", "Flaca", "Paloma", "Loco"...) con incursiones en su repertorio menos accesible ("La heridas", "¿Quién aso la manteca?", "Hacer el tonto"...). Lo que se agradece: no montó un hit parade para contentar a la parroquia de Getafe.

Eso sí, evitó de forma descarada El palacio de las flores, su último y menor álbum, del que solo sonó el single "Corazón en venta".

Con el piloto automático

Con "Estadio Azteca" dio paso a la actuación de Fito y Fitipaldis, que pusieron el piloto automático. Se saben su repertorio como el "Padre nuestro", parecen flotar sobre él. Sonaron como en disco, muy lejos de las barrabasadas de Calamaro, pero también menos emocionantes.

Quien iba a decir que, tras años a grito "pelao" en Platero y Tú, Cabrales tenía semejante don para los estribillos. "Soldadito marinero", "La casa por el tejado" o "Por la boca vive el pez" convirtieron al público en un miembro más de la banda.

Casi cuatro horas después del inicio, los dos músicos se volvieron a juntar sobre el escenario para poner punto y final a la etapa madrileña de su gira "2 son multitud". Les queda por delante Benidorm (14 de julio), Santiago de Compostela (21 de julio) y Barcelona (28 de julio).

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