La autoexploración es el sistema más rápido y cómodo para detectar precozmente algunos problemas relacionados con la vida sexual.
Más del 90% de los cánceres de mama son descubiertos por las propias mujeres y además los nódulos que se descubren suelen ser muy pequeños.
La autoexploración se hace en dos fases:
1.- Inspección visual. Debes estar delante de un espejo de cuerpo entero y desnuda de cintura para arriba. Observa tus senos, primero, con los brazos caídos; después los vas subiendo lentamente hasta colocarlos en posición vertical. Vete observando si mantienen el tamaño y la forma de siempre, si ha aparecido alguna deformación de la superficie o el contorno de tus senos, fíjate también en cualquier retracción, hoyuelo, irregularidad y cualquier cambio de color, costras o ulceritas en los pezones.
2.- Palpación. Ahora estarás acostada. La mano derecha explorará la mama izquierda apretando suavemente con las yemas de los dedos siguiendo líneas horizontales y verticales y después en círculos alrededor del pezón con la mano plana y sin pellizcar. Pasa a continuación al hueco de la axila, con la punta de los dedos busca bultitos o puntos dolorosos. Después haz la misma operación con la mano izquierda en la mama derecha. Se trata de descubrir bultitos, durezas, ganglios o cualquier cosa distinta de la exploración anterior. Estas exploraciones conviene efectuarlas todos los meses y en el mismo momento del ciclo ya que este altera el tamaño y la forma de las mamas.
También es muy importante la exploración de los genitales externos o vulva. Lo mejor es que te agencies un espejo de mano grande pero no de aumento. Si no tienes, siéntate en una silla cómoda y colócate frente a un espejo de cuerpo entero.
Abre la vulva y observa el color, la textura y el olor; también la calidad del flujo, si es transparente o coloreado, fluido o espeso. Después vete recorriendo con los dedos la superficie de los labios tanto los mayores como los menores, busca bultitos o puntos dolorosos y, sobre todo, diferencias con las observaciones anteriores.
Cualquier cambio en el color, el olor o la textura puede ser un síntoma de alguna enfermedad de transmisión sexual, que cogida en su primer estadio será muy fácil de resolver.
Recuerda que la primera mamografía conviene que te la hagas a partir de los 40 años y hasta la menopausia cada dos años. A partir de esta lo recomendable es una al año. Las mujeres con antecedentes personales o familiares importantes de cáncer de mama deben de consultar a su médico sobre empezar las mamografías antes de estas fechas y con mayor frecuencia.
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