La fiesta de la empaitada dànecs en el pueblo de Roses (Girona) ya se había vista envuelta en polémica por la tradición casi centenaria de soltar decenas de patos en el mar, cerca de la orilla, para que los bañistas intenten hacerse con ellos.

Las asociaciones de defensa de los animales alegan que esta costumbre supone un maltrato de las aves, ya que provoca angustia y daños a los patos, y este año un activista animalista decidió grabar la fiesta de cerca.

Con su cámara en la mano siguió de cerca la celebración y en un momento dado comenzó a recriminar a una bañista su participación, justo cuando ésta se había hecho con una de las ánades.

Ante los insistentes reproches del animalista la mujer decidió utilizar lo que tenía a mano para agredirle. Y tenía el pato. Tras el golpe, el activista sigue a la bañista, que se dirige hacia la orilla con su captura en brazos.