El lento placer del vino

La tradición familiar hace de La Goleta un lugar perfecto para saborear un buen vinito con tapa sencilla en plena Campana.
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La Goleta es una taberna muy cercana. Tanto, que más de una vez hemos pasado por su puerta sin saber qué escondía. Embutida en plena Campana, esta bodega tiene todo el encanto de los bares con olor a vino y madera que salpican Sevilla. Hace años, allá por los cincuenta, Juan Casas, bodeguero del pueblo de Manzanilla, abrió una red de bodegas en la ciudad para servir vino, acompañado de la tapa, casi reducida a su mínima y quizás originaria expresión: rodajas de morcilla de hígado, queso, bacalao, montaditos y caballa.

La Goleta, es una de esas antiguas bodegas, abierta a dos calles donde los parroquianos se sienten a gusto, entre dos aires, tomando mosto o manzanilla en vaso de caña por sólo 80 cent. Es un espacio decorado con la esencia sevillana, con vibrantes azulejos de cerámica de Triana y un rabo del toro que cortó Pepe Vaquer, «el Chulo de los Toriles», el día que Curro Romero dio su alternativa a Tomás Campuzano, y que preside la barra.

El vino de esta bodega viene de las viñas de la familia de Juan Casas. Hoy, su nieto Miguel Ángel lleva el negocio conservando esta tradición. Joven estudiante de enfermería sobrelleva bodega y estudios, mientras suple a su padre, Miguel, que dio nombre al montadito de chorizo ‘Miguelito picante’. Él mismo hace caracoles con aliño suave de hierbabuena y trae de su tierra los altramuces.

«Los vinos son para beber despacio», nos cuenta Miguel, aunque los de la botellona no lo han aprendido. Aquí disfrutaremos de estos zumos de cosecha propia que no llevan química alguna por 1.65 1 el litro.

Toma nota

La goleta

* Santa María, 13, esquina Vargas Campos. Horario: de 10 a 15 h, y de 19 a 22 horas. Domingos, descanso. Tapa: 1,50 1. Vino: 0,80 1.

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