La chacha, la niña, la criada, la sirvienta, la muchacha, la chica... Así se les llama pero, ¿de cuántas recuerda su verdadero nombre pese a que son ellas quienes limpian, planchan o cuidan de sus hijos o su padre enfermo? Unas se llaman Larisa, Irina, Nilda; otras, Rebeca, María, Jazmina; y otros, Norberto, Nelson...

Así hasta completar las 1.800 personas empleadas legalmente en el servicio doméstico en Granada, donde el 51%, algo más de la mitad, ya son inmigrantes. Ecuador es el país predominante en los trabajos del hogar, seguido de Colombia y Marruecos, aunque ganan peso otros como Rumanía.

La ONG Andalucía Acoge estima que el 60% de quienes trabajan en el servicio doméstico no están dados de alta ni tienen derecho a prestación alguna. Se trata de unas 4.500 personas sin contrato frente a las 1.800 afiliadas en el Régimen Especial de Empleo Doméstico a finales de 2006 en Granada.

Gracias a ellas, en muchos matrimonios pueden trabajar los dos y sacar adelante la hipoteca, pero ni se les toma en cuenta a la hora de denominarlas. Por ejemplo, Andalucía Acoge ha comenzado una campaña para que se les reconozca como empleadas: «Ni sirvienta, ni criada», algo que padecen también las españolas.

Porque se trata de un trabajo con abrumadora presencia de mujeres: menos del 9% de las personas empleadas en el hogar en Granada son hombres, según los datos de la Seguridad Social, porcentaje similar al del resto de provincias andaluzas.

Pero no es sólo una cuestión de nombre. En marzo, 16 colectivos pidieron al Gobierno central cambios en la ley para equiparar sus condiciones laborales a las del resto de trabajadores en cuanto a cotizaciones sociales, cobro de prestaciones por baja, etc., porque el beneficio de unos, dicen, no puede ser a costa de la precariedad de otros.

700 euros al mes y 24 horas al día

Andalucía Acoge aseguran que a las inmigrantes no se les paga peor en el servicio doméstico que a las españolas; pero sí se abusa más de ellas, sobre todo, de las recién llegadas.

La mayoría trabaja como interna (los 365 días del año) en el hogar y cobra entre 650 y 700 € al mes. Son latinoamericanas, principalmente de Ecuador. Tienen unos 35 años y estudios secundarios.