Desde el año 2009 los fotoperiodistas de Irán no pueden practicar su oficio en las calles. Está prohibido por ley y sólo es posible hacer fotos libremente con un permiso administrativo ceñido a un tema en concreto y casi siempre difícil de tramitar. Newsha Tavakolian (1981) ha sabido cómo esquivar las trabas y mostrar la vida cotidiana en la república islámica, un país de cuyos 80 millones de habitantes conocemos poco y vemos menos en Occidente.

Nacida en Teherán, residente en el país, autodidacta —empezó a hacer fotos a los 16 años en una revista femenina— y consagrada internacionalmente como una de las documentalistas sociales más valientes y con sentido crítico de la república islámica, la fotógrafa edita un trabajo de impacto: Blank Pages of an Iranian Photo Album (Páginas en blanco de un álbum de fotos iraní), un mosaico sobre la vida diaria de nueve personas de la misma generación que Tavakolian. El fotoensayo, editado ahora por Kehrer [160 páginas y un PVP de 59,9 euros], ganó la última edición del prestigioso Premio de Fotoperiodismo Carmignac.

La inspiración del proyecto es tan simple como efectiva: devolver a los iraníes que no han llegado a la madurez la tradición del álbum familiar de fotos, una de las más preciadas posesiones del pasado, barrida por la convulsión de la historia reciente del país. En algún momento, dice Tavakolian, las personas de su generación —las tres cuartas partes de la población son menores de 35 años— dejaron de hacer fotos y atesorarlas en un álbum. Dejaron, por tanto, de tener memoria, se convirtieron, como el país, en seres "aislados".

El álbum de fotos familiar dejó de ser un escaparate generacional. "Los álbumes amarillentos y las fotos de los niños sonrientes y vestidos con sus mejores ropas eran testimonio de nuestras esperanzas y sueños, pero todos terminan en páginas en blanco. ¿En que momento nuestros padres dejaron de hacernos fotos?, ¿en el momento en que llegó la amargura?, ¿en el momento en que algunos abandonaron el país?, ¿ha ocupado esas páginas en blanco la realidad?, ¿somos una generación velada?", se pregunta la reportera en el emocional texto del libro en el que explica el proyecto.

Preocupada por la castración sentimental de la grieta sin imágenes, le preocupa que la "realidad se haga cargo" de la memoria visual, "encerraron nuestras ambiciones y aspiraciones en una camisa de fuerza atada firmemente tanto por la ideología como por nuestra propia apatía", añade en un reproche colectivo que también es una autocrítica: "cuando dejamos de añadir imágenes a nuestros álbumes nos convertimos en sujetos de las percepciones de los extranjeros y de quienes se fijan sólo en los extremos de nuestra sociedad: los manifestantes enojados o las mujeres misteriosas con chador".

Para mostrar lo que no está documentado —nada menos que la vida cotidiana de una de las naciones más pobladas del mundo y de mayor importancia económica, política y estratégica—, la reportera ha elegido a nueve ciudadanos que viven, trabajan, se divierten, superan problemas o son derrotados por ellos, se adaptan: el dueño de un bar, una criada, una madre de familia, un joven cantante, una modelo, una artista, una profesora de Inglés, un hombre cuya esposa huyó al extranjero...

De cada protagonista aparecen publicados su nombre, una vieja foto de la niñez, una declaración y las fotos de Tavakolian, algunas directamente descriptivas y otras metafóricas. Los personajes viven "en las cuatro esquinas" de la "gran megalópolis" que es Teherán, una ciudad de casi nueve millones de habitantes.

La fotógrafa explica que decidió "desertar de la escuela" a los 16 años para hacer realidad un sueño con empaque de misión: dedicarse al fotoperiodismo y "explicar Irán para convencer a los extranjeros de que mi país y mi generación no son cómo a menudo se perciben". Con Blank Pages of an Iranian Photo Album se ha acercado al objetivo. "Estas imágenes no cambian nada ni ayudan a nadie. Lo que espero es que sirvan para visualizar una generación marginada que habla en su propio nombre", concluye.

Las fotos de este hermoso reportaje que pone nombre a quienes resultan invisibles en el resto del mundo son la respuesta a quienes reducen la visión de Irán y los iraníes a "hombres barbudos con los puños al en manifestaciones en contra de los Estados Unidos" y también a la imagen oficial transmitida a través de la poderosa televisión estatal, que presenta al país como "una nación donde el Islam y el progreso industrial van de la mano, donde las tradiciones se han convertido en leyes y donde los líderes no se inclinan ante las presiones extranjeras".

La reportera afirma que los prejuicios o los ideales románticos preñan con arquetipos la imagen del país. "Las masas, siempre sin rostro y sin nombre, no han cambiado. Las masas de hoy son mi generación: el 75 por ciento de los habitantes de Irán tienen menos de 35 años, pero pasamos desapercibidos, somos invisibles".