Jim Obergefell y la historia de amor que cambió EE UU y su política sobre el matrimonio gay

  • Obergefell perdió a su marido, John Arthur, en 2013.
  • El estado de Ohio negó su matrimonio en vida y no reconoció su unión en la muerte.
  • "Él me dio una razón para luchar. Esto es en tu nombre, John", dijo este hombre, que simboliza la lucha del colectivo homosexual por este derecho.
James Obergefell, principal querellante en el caso de la legalización del matrimonio homosexual en todo el país celebran la decisión de los jueces a su favor, frente al Tribunal Supremo de Washington, Estados Unidos.
James Obergefell, principal querellante en el caso de la legalización del matrimonio homosexual en todo el país celebran la decisión de los jueces a su favor, frente al Tribunal Supremo de Washington, Estados Unidos.
EFE
James Obergefell, principal querellante en el caso de la legalización del matrimonio homosexual en todo el país celebran la decisión de los jueces a su favor, frente al Tribunal Supremo de Washington, Estados Unidos.

El histórico fallo emitido este viernes por el Tribunal Supremo que reconoce el derecho al matrimonio homosexual de todo EE UU fue alimentado por el tesón de Jim Obergefell, un peticionario que, como reza el dictamen judicial, "demuestra que el matrimonio encarna un amor que puede incluso superar la muerte".

Obergefell perdió a su marido, John Arthur, en 2013, pero eso no evitó que siguiera peleando hasta este viernes para que se reconociera su derecho —y el de millones de estadounidenses— a sellar su unión como un matrimonio en cualquiera de los 50 estados del país.

El estado de Ohio negó su matrimonio en vida y no reconoció su unión en la muerte, ya que no permitió que, con en el certificado de defunción, John constara como una persona "casada".

"Él me dio una razón para luchar. Esto es en tu nombre, John", explicó este viernes Obergefell en Washington en las escalinatas del Tribunal Supremo, tras conocer la sentencia del caso al que él da nombre y que ha presentado con otros litigantes.

Un abrumado Obergefell, de 48 años, fue vitoreado por los centenares de personas que celebraron este viernes la decisión histórica a favor de millones de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales en todo el país.

Portando una foto de su marido en todo momento, trajeado y tocado  con un broche con la bandera de Estados Unidos, Obergefell recibió en su teléfono móvil la llamada del presidente estadounidense, Barack Obama, que le transmitió su felicitación.

"Tu liderazgo ha cambiado al país", le dijo Obama a Obergefell, mientras las cámaras de televisión captaban el instante en directo.

Obergefell no se rindió nunca durante su batalla legal y este viernes estaba el primero en la fila de acceso al Tribunal Supremo, porque era algo que debía a John, la persona con la que compartió su vida durante 21 años.

Como el estado de Ohio no reconocía el matrimonio homosexual, en 2013 Jim y John, que ya sufría los estragos degenerativos de la esclerosis que acabó con su vida, tomaron un avión y viajaron a Baltimore (Maryland), donde esa unión sí era posible.

Se dieron el "sí, quiero" dentro del avión una vez tocó tierra: no podían esperar a más retrasos sin que se les reconocieran los mismos derechos conyugales que a las parejas heterosexuales.

"El estado de Ohio siguió hasta el final oponiéndose a que mi nombre constara en el certificado de defunción de John", explicó este viernes Obergefell, en su intervención en el exterior del Supremo.

Desigualdad fiscal

La desigualdad fiscal que ha provocado que unos estados reconozcan el matrimonio de personas del mismo sexo, y otros no, es una de los mayores injusticias denunciadas por los homosexuales, que no podían presentar declaraciones de la renta conjuntas, reclamar herencias o recibir exenciones de impuestos.

El Supremo les ha dado la razón al asegurar que la Constitución no permite a los estados prohibir expresamente el matrimonio homosexual y negar el reconocimiento de los derechos adquiridos tras un casamiento en otro estado de la Unión.

Pero como dijo este viernes Obergefell, no es solo cuestión de números: "Nadie —aseveró— debería pasar por esta indignidad... Nuestro amor es igual que todos los demás".

Obergefell confió en que el siguiente paso a esta histórica decisión judicial sea que el término matrimonio homosexual "sea pronto algo del pasado. Desde este viernes, simplemente se llamará matrimonio".

Ahora, Jim Obergefell regresará a Cincinnati (Ohio), la que fuera una de las ciudades más conservadoras de EE UU y que, como el resto del país, ha cambiado en solo una década para abrazar a la comunidad de la bandera arco iris y a una nueva era en el movimiento por los derechos civiles.

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