El Athletic Club, uno de los tres equipos que nunca descendió a Segunda, se salvó in extremis de caer al infierno. La temporada ha sido, con todo, horrible para la entidad. Una profunda crisis institucional sucumbió al equipo en una pesadilla deportiva. Ahora, salvados. Y elecciones, en julio.
Desde la pretemporada, con la destitución de Clemente por sus críticas a los fichajes del presidente Lamikiz, el Athletic ha sido un ejemplo de improvisación.
Sarriugarte resultó un parche. Dimitió tras un 1-4 ante el Atlético a finales de noviembre. La llegada de Ana Urkijo a la presidencia, el 27 de septiembre de 2006, tampoco ayudó a traer la estabilidad. Mané se sentó en el banquillo. Al inicio, fue un revulsivo. Y, al final, el salvador. En medio, el sin vivir. La directiva aprobó el proyecto del nuevo estadio, en marzo. Y fijó las elecciones para el 12 de julio. Es el camino para conquistar el norte, otra vez.
José Manuel Esnal
Todo Un defensor de los colectivos
Aunque su nombre siempre había sonado para ocupar el banquillo de San Mamés, no ha sido hasta esta temporada cuando, en plena crisis de resultados, el Athletic Club ha llamado a uno de los vizcaínos con mejor trayectoria en los banquillos. Mané, como le conocen todos, vive el Athletic desde hace muchos años. Como técnico es un hombre que apuesta por el juego colectivo y trata de sacar brillo a las individualidades. Le acusan de ser excesivamente serio, pero es un técnico dialogante y poco amigo de protagonismos. Su futuro está en el aire. Depende de las elecciones y del nuevo presidente.
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