Más de 30.000 menores de la región, deprimidos

  • Factores hereditarios, malos tratos y un ambiente familiar hostil están detrás de las causas.
  • Las edades más proclives son los 7, 8, 11 y 12 años.
Si durante dos o más semanas su hijo se muestra desinteresado, triste y pesimista, si el rendimiento en el colegio disminuye, si duerme mal y pierde apetito, es probable que esté ante un caso de depresión, la llamada enfermedad de siglo XXI y que, contrariamente a lo que se pueda pensar, no es sólo cuestión de adultos.

La frecuencia de la depresión en los chavales de 4 a 11 años es del 2%, mientras que en los chicos de entre 12 y 18 años llega al 6%, según explica María Jesús Mardomingo, jefe de psiquiatría infantil del Hospital Gregorio Marañón.

Si se extrapolan esos datos en la región, el resultado es que 32.912 chavales menores de 18 padecen depresión, 8.886 niños y 24.0260 adolescentes. Una población similar a la de Boadilla del Monte (32.813 habitantes) en 2004.

Factores genéticos

No hay que confundir la depresión con episodios pasajeros de tristeza o desengaño, según explica José Luis de Dios, de la unidad de psiquiatría infantil del Hospital Clínico. Pero sí hay que estar atentos a si estos estados se prolongan en el tiempo.

Detrás de la depresión infantil, dice de Dios, hay varios factores. Desde el genético, es decir, hijos de padres con antecedentes en esta patología, hasta trastornos derivados de malos tratos, separaciones, abandono o conflictos en el colegio. Aunque no siempre circunstancias así terminan en un enfermedad.

Los casos más problemáticos, en cambio, pueden suponer trastornos psiquiátricos «de mucho peso», según la doctora Mardomingo. Las compilaciones pueden acabar hasta en suicidio.

Las edades más proclives a la depresión son de los 7 a 8 años, "la crisis madurativa", y los 11 y 12 años, la entrada en la adolescencia y una etapa en la que "los niños se encuentran un poco perdidos y son muy vulnerables, incluso biológicamente", según explica el doctor De Dios.

5 consejos sobre...

... síntomas depresivos

1. Dormir mucho. Muchos padres creen que sus hijos son perezosos. Cuando el niño duerme mucho o, al contrario, lo hace muy poco, se está ante un síntoma depresivo.

2. Rechazar el juego. Si el niño no quiere jugar y mantiene un comportamiento apático ante sus hermanos o amigos a la hora de jugar, hay que averiguar la causa. No tiene por qué ser un síntoma de un principio de depresión, pero es uno de los indicios más frecuentes.

3. Irritabilidad y autolesiones. Los padres deben sopesar que su hijo puede estar pasando por una depresión cuando se irrita con demasiada frecuencia, mantiene un comportamiento irascible u observen síntomas de autolesión, como arañazos o arrancarse el cabello.

4. Conductas regresivas. A veces, los niños vuelven a orinarse en la cama cuando ya habían superado esa fase. Tampoco controlan sus esfínteres y tienen que volver a usar pañales por las noches. Si además pierden las ganas de comer y hay que volver a darles la comida, los padres están ante conductas regresivas que pueden ser motivadas por una depresión.

5. Síntomas duraderos. Los síntomas propios de la depresión infantil deben prolongarse al menos durante diez días. Hay que dar tiempo a los niños para que superen los altibajos. No hay que alarmarse a la más mínima.

Padres. Mejor el divorcio

El ambiente familiar es decisivo. Algunos psiquiatras llegan a recomendar a las parejas que se separen antes que mantener un ambiente hostil que los niños notan y del que a veces se sienten culpables.

Faltan psiquiatras infantiles

La psiquiatría infantil no está reconocida como una especialidad, lo que en opinión de algunos facultativos dificulta la atención a los menores. Sin embargo, la depresión infantil se detecta más que hace unos años.

Mucho afecto y atención

No todos los casos de depresión en menores tienen que ser tratados con fármacos. A veces sólo es necesaria una terapia. De todas formas, los médicos recomiendan mucho afecto y atención para los niños.

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