Paul Strand concibió la fotografía como un medio para expresar su compromiso social, dando monumentalidad a personajes anónimos de las calles, contraponiendo los grandes emblemas del poder al ser humano, viajando por el mundo para plasmar a las gentes y sus culturas.
Su dilatada trayectoria, en la que también cupieron el cine y los libros de fotografía, está resumida en la más completa exposición que se le ha dedicado hasta el momento, organizada por la Fundación Mapfre y el Philadelphia Museum of Art en la sala Bárbara de Braganza de Madrid, donde permanecerá del 3 de junio al 23 de agosto.
Más de 200 obras, la mitad procedente de la colección de la Fundación, recorren todas las etapas profesionales de Strand (Nueva York, 1890 - Orgeval, Francia, 1976), considerado "uno de los grandes nombres de la fotografía, que ha influido en generaciones y generaciones y sigue siendo un referente", ha dicho este lunes en la presentación el responsable de la Fundación Mapfre, Pablo Jiménez.
Fotografías, el documental Manhatta —en 1921 fue "la primera cinta vanguardista norteamericana", en palabras del comisario Peter Barberie, conservador de Fotografía del Philadelphia Museum of Art—, fragmentos de otros documentales y tres de los siete libros fotográficos en los que plasmó sus viajes en el proyecto "Retratos de lugares" conforman la muestra.
"Es la gran exposición de Paul Strand. Pasarán muchos años hasta que se pueda hacer otra que la complemente en algún sentido", ha aseverado Jiménez de la muestra, sobre la que se ha editado un catálogo con sus obras en tamaño original.
'Retratos de lugares'
Según Barberie, Strand destaca por la "maestría técnica" que demostró desde sus inicios, en la década de 1910, cuando plasmó su admiración por el cubismo en fotografías, hasta el final de su vida profesional, centrada en el proyecto Retratos de lugares y, posteriormente, en el jardín de su casa de Orgeval, que cultivaba su mujer.
La exposición destaca tres de los trabajos de esta serie de viajes, que permiten entender mejor el acercamiento del artista a lugares y culturas que conoció a través del objetivo de su cámara: Nueva Inglaterra (EE.UU., 1950), Luzzara (Italia, 1953) y Ghana (1963). Pero también hay fotografías de Francia (1952), Egipto (1959), Rumanía (1960) y Marruecos (1962).
"Los fotolibros fueron parte fundamental de su carrera y se convirtieron, en la década de 1940, en su forma preferida de mostrar su obra", ha apuntado Barberie.
Reflejo de su gran compromiso social y político —simpatizó con ideas comunistas y socialistas, lo que le llevó a mudarse a Francia en 1950, huyendo del sentimiento anticomunista en Estados Unidos—, sus fotos muestran a los vecinos de Luzzara recuperándose de las miserias de la guerra y el fascismo y las que revelan cómo los ghaneses vivieron la democracia tras el final del dominio británico.
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