El cordobés se va de la casa paterna, pero no muy lejos

  • La mitad de los hijos siguen viviendo en el pueblo de sus padres.
  • Un estudio concluye que aquí las familias se ayudan más que en otras provincias.

Se van de casa, pero lo suficientemente cerca para poder recoger el tupper de lentejas y de filetes empanados. Y es que, pese a la alta tasa de desempleo, la mitad de los cordobeses no emigran lejos y se queda en el pueblo de sus padres. Apenas un 10% se va fuera de la provincia y sólo un 5% abandona Andalucía.

Pero ¿eso mismo le ocurre a un malagueño o a un sevillano? En Andalucía, sólo el 38% de los hijos viven en el municipio de su casa paterna, mientras que el 22% se muda de provincia o comunidad. Lo concluye un estudio del Instituto de Estadísticas de Andalucía (IEA) presentado ayer y que analiza las relaciones dentro de la familia cordobesa.

Los cordobeses son solidarios y con un fuerte vínculo afectivo que les lleva a hacer piña cuando hay problemas. Así los describen; por eso es más frecuente que aquí, respecto a otras zonas como la costa, sean los hijos o hermanos los que terminan ocupándose de un familiar enfermo o que necesite ayuda.

Y se movilizan más por dos razones: por un lado, como ocurre en provincias de interior, la población inmigrante como mano de obra doméstica no es muy abundante, y por otro, la población de Córdoba es una de las más envejecidas de Andalucía, después de la de Jaén: el 17,2% tiene más de 65 años.

Dependen de otros

Y de los mayores, casi la mitad (46,8%), dependen de alguien para realizar alguna acción cotidiana como asearse, vestirse, salir a la calle, limpiar, cocinar o realizar la compra. En el conjunto de la región, ese porcentaje baja a un 42%.

De ahí que la solidaridad de los parientes sea habitual. Según constata el estudio Redes familiares en Andalucía, a través de 10.000 encuestas en la comunidad, de los 80.000 cordobeses que precisan auxilio, el 87% está cuidado por un pariente; el resto, personas asalariadas que pueden ser también familiares. Y alarma que 15.247 mayores no tienea nadie que les eche una mano.

Pero, por contradictorio que parezca, son las mujeres las que piden más atención. Ellas son el 16,2% de los 80.000 dependientes que demandan cuidados, frente a un 9,1% de los hombres. Eso sí, necesitan apoyo para vestirse, moverse en la casa, hacer gestiones o coger el autobús. Ellos, en cambio, requieren a alguien para que las haga de comer, limpiar y asearse.

Tradición. Ellas los cuidan

Las mujeres precisan más ayuda, pero llevan el peso cuando alguien necesita un cuidado. Cuando ellas requieren de alguien, son sus hijas, hermanas o nueras las que acuden. Al 70% de ellos los cuida su propia mujer.

Visitas a familiares. Los hijos, pasotas

Abuelos, padres y suegros van más a casa de sus descendientes. Contrariamente, los más jóvenes eligen visitar más a los hermanos, con quienes, además, prefieren tomarse una caña o ir de vacaciones.

Dentro de la familia. La madre es clave

El estudio arroja que es más frecuente llamar más a la madre que al padre, o a las hermanas que a los hermanos. Lo que viene a decir que es la mujer clave para mantener más los vínculos familiares.

Se llevan mejor. Entre hermanos

Los cordobeses mantienen una mejor relación con las hermanas, los hermanos y con la madre, en tercer lugar. Esta última aventaja al padre. Y también es más fácil entenderse con las hijas que con los hijos.

Ellos opinan que...

Rafael Serrano. Zapatero, 34 años.

«Con 22 me fui a Alemania a buscarme la vida. Una vez escuché decir en la oficina del paro que a la gente no le gustaba irse de aquí a trabajar. Mis padres viven aquí y por suerte aún pueden atenderse solos».

Nuria Ruiz. Estudiante UCO, 18 años.

«Soy de una aldea cerca de Puente Genil que se está quedando vacía; sólo están los mayores. A mí me gustaría volver cuando termine de estudiar Filología Inglesa, pero sé que allí no hay trabajo».

Antonio Rodríguez. Estudiante, 24 años.

«Mucha gente no quiere irse por comodidad de su pueblo, no tanto por cuidar a sus padres, porque ahora somos jóvenes y aún pueden valerse por sí mismos. Hay quienes ni se van a hacer prácticas a sitios alejados».

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