El secuestrador del avión Sevilla-Barcelona en 1998 acepta un tratamiento psiquiátrico

  • Secuestró un avión con 123 pasajeros y siete tripulantes.
  • Padece un trastorno psicótico con ideas delirantes de contenido místico-religioso.
  • Simuló que había una bomba en el avión.

El autor del secuestro de un avión con 123 pasajeros y siete tripulantes que partió de Sevilla con destino a Barcelona el 23 de junio de 1998, y que fue desviado hasta el aeropuerto de Valencia, aceptó hoy cumplir una pena de tratamiento psiquiátrico por un tiempo máximo de veinte años y un día.

En un juicio celebrado este miércoles en la Sección Tercera de la Audiencia de Valencia, el secuestrador, Francisco Javier G.G., que padece un "trastorno psicótico con ideas delirantes de contenido místico-religioso", reconoció los hechos y aceptó además pagar una multa de 200 euros para cada uno del grupo de afectados que reclamó una indemnización.

El día del secuestro

Padece un "trastorno psicótico con ideas delirantes de contenido místico-religioso"

El citado día, el acusado despertó sobre las 06.30 de la mañana en su domicilio de Sevilla y escuchó unas voces que le dijeron que debía secuestrar un avión que le llevara hasta Israel para ser "reconocido como el Mesías" y conducir "al pueblo judío hasta Uganda", relata la calificación del Ministerio Fiscal.

Con esta idea, fue hasta el aeropuerto de Sevilla y pidió un billete para el primer vuelo que saliera: un Boeing 727 de la compañía Iberia con destino a Barcelona, París y Amsterdam, y entre cuyo pasaje se encontraba la que entonces era alcaldesa de la capital andaluza, Soledad Becerril.

A los pocos minutos de despegar, el acusado logró entrar en la cabina de la aeronave y amenazó con hacer estallar una bomba colocada en el equipaje de la bodega si no desviaban el avión hasta Tel-Aviv.

El secuestrador dijo que se encontraba acompañado de otros dos "terroristas" confundidos entre los pasajeros y exhibió un mando a distancia con el que aseguró que podía detonar los explosivos.

Tras hacerle saber que carecían de combustible suficiente para llegar a la ciudad israelí, el procesado ordenó que desviaran el vuelo hacia Valencia, donde aterrizaron sobre las 8.40 horas.

La nave quedó estacionada en una zona de seguridad del aeropuerto de Manises, y la Delegación del Gobierno en Valencia estableció un gabinete de crisis para afrontar la situación.

Sobre las 10.00 horas, y después de haber exigido a la torre de control combustible para repostar, el secuestrador accedió a liberar a los menores de edad y a tres mujeres a petición del comandante.

Perturbado mental

Poco después, el inspector jefe de la comisaría del aeropuerto, haciéndose pasar por un empleado de Iberia, logró acceder al interior del avión y hablar con el acusado, tras lo cual informó al gabinete de crisis de que era una sola persona y que "no se comportaba como un terrorista profesional, sino como un perturbado mental".

Después de sopesar reducirlo por la fuerza, el comisario regresó a la aeronave con un teléfono móvil y puso al secuestrador en conversación con su psiquiatra, quien le convenció para que depusiera su actitud y se entregara, poniendo fin al secuestro sobre las 12.30 horas, concluye la calificación del Ministerio Fiscal.

La Policía comprobó que no existía la citada bomba, y que el detenido ni siquiera iba armado, por lo que los pasajeros no corrieron peligro.

El procesado, que en la vista oral celebrada hoy ha reconocido que se encontraba "muy mal" en el momento de los hechos, ha aceptado la pena propuesta por la Fiscalía de veinte años y un día de tratamiento psiquiátrico como autor de un delito de apoderamiento de aeronave.

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