Mientras en otras ciudades como Granada y Málaga –donde hasta hace poco era una odisea reciclar pilas usadas y se llegó a aconsejar que se tiraran a la basura– se están instalando contenedores específicos en la calle, Córdoba decidió retirarlos hace años porque el vandalismo acababa con ellos. Y, de momento, el Ayuntamiento no tiene planes de que vuelvan.

Para deshacerse de una batería, hay que llevarla a alguno de los 848 establecimientos que voluntariamente colaboran con Sadeco. Allí se pueden dejar en recipientes para ello; o también llevarlas a los dos ecoparques que hay en las afueras (Chinales y El Granadal). Sin embargo, lo que se recauda en estos puntos limpios (los otros dos ya no reciben pilas) supone apenas el 2% del volumen total de baterías que el Consistorio retiró el año pasado para su posterior gestión por la Junta de Andalucía.

Según Sadeco, los contenedores repartidos entre centros comerciales, relojerías, estancos, escuelas e instituciones tocan a una media de 2,63 por cada 1.000 habitantes. Una cifra que puede parecer suficiente pero, si se analizan los datos de recogida, se constata que los cordobeses han terminado por dar de baja a los aparatos que usan baterías alcalinas, o muchos optan por tirarlas a la basura. Sadeco no encuentra explicación a que en los últimos seis años se hayan recogido 1.768 kg menos. Se ha pasado de recaudar 22.321 en 2000 a 20.553 kg en 2006. Un 8% menos, cuando la población ha crecido desde entonces un 3%. Y de las de botón se retira ya la mitad que en 2002.

Al detalle

61 kg de pilas de botón (las de los relojes, las más tóxicas) recogió Sadeco en 2006. En 2002 fueron 164; en 2003, 170; en 2004; 181; y en 2005, 137.

25 euros por un kilo de pilas de botón pueden pagarle a los relojeros las empresas que se dedican a recuperar la plata que lleva este tipo de baterías.

848 establecimientos tienen recipientes de pilas usadas.

22.321 kg de pilas se retiraron en 2000. 22.159 en 2001, 21.253 en 2004 y los 20.000 en 2005.