Todo comenzó en el llamado Verano del Amor de 1967 en California, es decir, hace casi medio siglo. Ese año nacieron con una semana de diferencia dos citas musicales: Fantasy Fair and Magic Mountain Music Festival (con Captain Beefheart y The Doors) y el Festival de Pop de Monterrey (con Jimi Hendrix, The Who, Janis Joplin y Otis Redding). Nacían oficialmente los festivales de música.
Un año después llegarían a Europa gracias al Festival de la Isla de Wight –que reuniría a Leonard Cohen, The Doors, Miles Davis o Joan Baez– y tocarían techo en 1969 gracias al mítico Woodstock, que congregó a medio millón de personas cerca de Nueva York y se convirtió en estandarte del espíritu hippie.
Luego vendrían el Pinkpop en Holanda y Glastonbury en Inglaterra. Los dos festivales a cielo abierto más antiguos del mundo._Curiosamente la idea de poner en marcha Glastonbury se le ocurrió a un agricultor, Michael Aevis, después de ver un concierto de Led Zeppelin en Bath. Ese año venderían 1.500 entradas con un cartel encabezado por The Kinks, el siguiente unas 12.000 con David Bowie, en 2014 llegaban a los 135.000 asistentes, una cifra que deja claro el buen estado de los festivales en todo el mundo. Porque el suyo no es un caso aislado.
En Holanda una cita como Tomorrowland, que congrega anualmente a casi 200.000 personas, ha sido capaz de agotar este 2015 los abonos y entradas con varios meses de antelación. Por su parte, el Sziget de Budapest reúne a más de 400.000 personas de más de 90 nacionalidades; y el estandarte de la generación grunge, el Lollapallooza, renace cual ave fénix y extiende sus tentáculos a Latinoamérica y Europa. El festival sigue de moda, no únicamente como vehículo para celebrar el espíritu musical, sino como una manera fundamental para socializar y, en ocasiones, para pavonearse (no hay más que ver el desfile de celebrities de Coachella). ¡Larga vida al festival!
Los mejores del mundo
- Tomorrowland. Boom (Bélgica). En una década se ha convertido en uno de los grandes de la electrónica. A dos meses de su celebración lo ha vendido absolutamente todo.
- Glastonbury. Somerset (Inglaterra). Se le ocurrió a un agricultor en 1970 tras ver un directo de Led Zeppelin. El cabeza de cartel de su primera edición fue el grupo The Kinks. Vendieron un total de 1.500 entradas, 46 años después llegan a las 135.000.
- Coachella. California (EE UU). Una auténtica pasarela de actores, músicos y famosos con ínfulas de modernos. Aquí el postureo está por encima de la música.
- Sziget. Budapest (Hungría). En 2014 recibió el premio al Mejor Festival Europeo. Se celebra en una isla situada en el Danubio.
- Pitchfork. Chicago (EE UU). Organizado desde el 2006 por la web del mismo nombre. Toda una institución que para algunos es la biblia de la música independiente.
- T In the Park. Perthshire (Escocia). El festival más importante de toda Escocia. Se celebra desde 1994 en el campo aéreo en desuso de Balado durante tres días.
- Lollapallooza. Chicago (EE UU). Lo fundó el cantante de Jane’s Addiction, Perry Farrell, en 1991. Tiene también versiones en Santiago de Chile, Buenos Aires y Berlín.
- Reading y Leeds. (Inglaterra). Se celebran de forma simultánea y comparten cartel desde 1999. Reading, que lleva en pie desde 1961, es el decano de los festivales pop.
- Música Sacra. Fez (Marruecos). Se puso en marcha tras la Primera Guerra del Golfo. La ONU considera que es uno de los 12 eventos más importantes para el fomento de la paz.
- Summer Sonic. Tokio/Osaka (Japón). La cita más importante del país del Sol Naciente en lo que a música independiente se refiere. Se celebra de forma simultánea en Osaka y Tokio desde el 2004, y por allí han pasado desde Beastie Boys a Arcade Fire.
- Rock am Ring. Vulkaneifel (Alemania). Uno de los festivales más veteranos de Alemania (se creó en 1985). Desde 1993 se celebra un festival gemelo, Rock im Park, en Nuremberg.
- Big Day Out. Australia y Nueva Zelanda. Se celebra desde 1992 en varias ciudades de Australia y Nueva Zelanda. En el cartel de su primera edición estuvo Nirvana.
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