Si hay algo por lo que España ha destacado históricamente a nivel internacional es por su larga trayectoria pictórica, que deja ilustres firmas como las de Velázquez, Goya, Picasso o Dalí. Quizá sea pronto para saber si Juan Monzón Gasca va a seguir ese camino, pero lo que es evidente es que intenciones no le faltan. Con tan solo 24 años, este artista zaragozano ya forma parte de la lista de alumnos que han estudiado en la escuela de arte figurativo más importante del mundo: The Florence Academy of Art.

“¡Qué alegre se pondría tu abuela si te viera pintar!”, solía decirle su madre al ver que desde pequeño garabateaba en sus cuadernos, siguiendo la pasión hacia el arte que su abuela le había transmitido en sus primeros años. Una vocación que cultivó más tarde, cuando con 16 años empieza a formarse en el estudio de la pintora María Ángeles Cañada.

Allí desarrolla el estilo clásico que lo caracteriza actualmente, fundamental para acceder a la Academia de Florencia, y del que Juan dice sentirse “orgulloso”: “Seguramente este estilo va a cambiar, pero he necesitado toda esa base. Al fin y al cabo ha marcado un estilo en mi obra del que no puedo renegar, pero tampoco quiero que me condicione”.

Define la pintura como “algo intuitivo, un código que se crea entre el artista y el público, y que unas veces puede funcionar y otras veces no”. Y parece que en su caso ha conseguido que funcione, habiendo participado ya en varias exposiciones, entre las que destacan ModPortrait, celebrada en el Museo Europeo de Arte Moderno en Barcelona (MEAM); y una exposición individual en el Salón Club Náutico de Zaragoza bajo el título Del aprendizaje académico a la obra personal, en la que su ciudad natal quiso reconocer su trabajo.

Fue allí donde el presidente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis se fijó en su obra y contactó con él para encargarle el retrato de uno de sus anteriores presidentes, que pasará a formar parte de la colección de la Academia. “Este encargo es especial, porque supone para mí el concepto de ‘obra total’. Me han dado libertad absoluta de creación y por ello he querido hacerlo todo, hasta el marco lo he diseñado yo usando la técnica de estofado. Es un objeto único”.

Ha estado en contacto con referentes actuales de la pintura como Antonio López, Golucho, Teresa Oaxaca o Daniel Graves, encuentros de los que destaca “poder intercambiar opiniones y ver cómo estos otros pintores trabajan, qué hacen o qué piensan, es algo muy enriquecedor”.

Licenciado en Ingeniería de Diseño Industrial y Desarrollo de Producto, Juan señala que adquirió en la facultad la capacidad de ir a lo práctico en la forma de analizar su entorno. Aunque encontraba una gran antítesis con lo que hace como artista: “Mientras que en el diseño industrial haces objetos seriados que se pueden reproducir ilimitadamente, cada pintura es un objeto único e irrepetible”.

Ahora tiene claro que su objetivo es apostar por “una pintura más personal y muy artesanal, en la que controle todo el proceso creativo y pictórico”, elaborando incluso sus propios materiales: “No quiero que pintar pierda la gracia que tiene para mí y se convierta en una rutina. Quiero libertad, libertad para poder trabajar y seguir desarrollando mi obra más allá de los encargos”.

El tiempo dirá si el sueño de este artista español, que ahora comienza con tanta fuerza, llega a hacerse realidad.