La Junta reivindica mejorar la calidad de vida de personas autistas desde un abordaje integral y con el asociacionismo

La consejera de Igualdad, Salud y Políticas Sociales recuerda que más de 1.200 menores se benefician del programa de atención temprana

La consejera de Igualdad, Salud y Políticas Sociales en funciones, María José Sánchez Rubio, ha reivindicado, con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo que se conmemora este jueves, la mejora de la calidad de vida de las personas con autismo desde un abordaje integral y con la implicación activa del asociacionismo.

En este sentido, la consejera ha recordado a través de un comunicado que un total de 1.236 menores con diagnóstico de Trastornos del Espectro Autista se ha beneficiado durante 2014 del tratamiento integral que garantizan los 169 centros de atención temprana existentes en Andalucía, un recurso que financia la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales y que funciona en colaboración con las corporaciones locales y del movimiento asociativo vinculado a la población infantil con problemas de desarrollo y en especial con autismo.

La atención temprana comprende el conjunto de actuaciones, dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, con la finalidad de prevenir y detectar de forma precoz la aparición de cualquier alteración en el desarrollo, o el riesgo de padecerla. De ahí que el autismo sea un ejemplo claro de trastorno que se beneficia de una atención temprana de calidad, pues una detección precoz y una intervención integral contribuyen a potenciar las capacidades de esta población infantil y evitan o minimizan la aparición de complicaciones para su manejo posterior, mejorando la calidad de vida de los menores afectados y sus familias.

El modelo de intervención para un abordaje eficaz del autismo, según se define en el 'Proceso Asistencial Integrado de los Trastornos del Espectro Autista' del Sistema Sanitario Público de Andalucía, requiere un enfoque integral y una respuesta intersectorial, interdisciplinar y multiprofesional con el fin de ofrecer un modelo de intervención sociosanitaria uniforme, centrado en el niño o la niña, la familia y el entorno.

El grupo de trabajo coordinado para el abordaje de estos trastornos integra profesionales de la atención temprana, de la educación, de la enfermería, de la neuropediatría, de la pediatría de atención primaria, de la psicología, de la psiquiatría y del trabajo social, en un esfuerzo común para facilitar una herramienta que promueva un registro uniforme, un lenguaje común, una actuación homogénea y la coordinación interniveles, delimitando funciones, para prevenir, detectar, tratar y recuperar en lo posible a la población con estos trastornos, con la mejor calidad en cada momento.

En este sentido, es prioritaria la comunicación entre todos los niveles asistenciales de atención sanitaria, con una comunicación directa entre los profesionales de Atención Primaria y las Unidades de Salud Mental Infantojuvenil (USMIJ) y los Centros de Atención Infantil Temprana (CAIT), así como la coordinación eficaz con los centros educativos.

Asimismo, para Sánchez Rubio, es fundamental la labor que realizan las familias de personas afectadas por autismo en Andalucía y el movimiento asociativo vinculado a la población que padece este tipo de trastorno, fundamentalmente en lo que se refiere a la lucha contra el estigma de este colectivo y la mejora de la asistencia social y sanitaria, así como de una mayor integración sociolaboral en la edad adulta.

La Junta de Andalucía trabaja con las asociaciones en medidas de promoción de la autonomía personal y promoción de la participación social de estas personas, con la concepción que establece la propia Convención Internacional de Derechos de las Personas con Discapacidad. Todo ello para promover los principios de no discriminación, igualdad de oportunidades y accesibilidad universal que deben regir las políticas públicas de atención a las personas con discapacidad.

La detección precoz, FUNDAMENTAL

Los trastornos del espectro autista afectan a una de cada 150 personas —cuatro veces más a hombres que a mujeres— y se manifiestan en los tres primeros años de vida. Actualmente se incluyen como tales el Trastorno Autista, el Síndrome de Asperger, el Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado, el Trastorno Desintegrativo Infantil y el Síndrome de Rett. Como denominador común, las personas que padecen estos trastornos, presentan dificultades en el área de la socialización, la comunicación y la imaginación, aunque su expresividad es muy variable incluso a lo largo de la vida de una misma persona.

Esta semejanza no es incompatible con la diversidad del colectivo: diversos trastornos; diversa afectación de los síntomas clave, desde los casos más acentuados a aquellos rasgos fenotípicos rozando la normalidad; desde aquellos casos asociados a discapacidad intelectual marcada, a otros con alto grado de inteligencia; desde unos vinculados a trastornos genéticos o neurológicos, a otros en los que aún no pueden identificarse las anomalías biológicas subyacentes.

Hasta hace unos años, la detección de estos trastornos se hacía de manera tardía, en torno a los 36 meses de edad del menor. Es la familia la primera en sospechar que hay un problema de desarrollo. De ahí que los esfuerzos en investigación y por parte de los profesionales del sistema público de servicios sociales y del sistema sanitario vayan encaminados a acortar estos tiempos, ya que están demostrados los beneficios de una intervención precoz adecuada, no sólo desde el punto de vista clínico, sino en la reducción del desconcierto e incertidumbre que generan estos trastornos en el menor y su familia.

El sistema sanitario público andaluz ha incorporado diversas herramientas con este fin. Por un lado, está la 'Guía TEA', que persigue mejorar el conocimiento de los pediatras de centros de salud sobre estos trastornos, ayudándolos a identificar desde los 18 meses las señales de alarma que pueden llevar a un diagnóstico de autismo. El cuestionario M-CHAT (The Modified Checklist for Autism in Toddlers) es actualmente la prueba más consensuada internacionalmente para la detección precoz, implicando a padres y madres y a profesionales en la identificación de comportamientos significativos e indicativos de un trastorno socio-comunicativo.

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