Cierran 6.500 negocios tradicionales en la región por el final de la renta antigua

  • Se trata de negocios familiares como bares, tiendas de ropa o zapaterías que han cerrado ante la imposibilidad de renegociar al alza un nuevo contrato de alquiler.
  • "El número aumentará en los próximos meses. Muchos comerciantes han llegado a acuerdos para seguir solo unos meses", advierten desde UPTA.
  • Mientras, sigue subiendo el número de locales comerciales franquiciados en la región: ha pasado de 13.740 en 2010 a 15.210 en 2014, un 10% más.
Almudena Zarco posa delante de su tienda, Bisutería Otero, que cerrará definitivamente el 31 de marzo.
Almudena Zarco posa delante de su tienda, Bisutería Otero, que cerrará definitivamente el 31 de marzo.
JORGE PARÍS
Almudena Zarco posa delante de su tienda, Bisutería Otero, que cerrará definitivamente el 31 de marzo.

El comercio tradicional languidece un poco más en la región desde el pasado 1 de enero. La finalización de los contratos de renta antigua ha supuesto el último golpe directo a la mandíbula para los pequeños comerciantes, que se han visto obligados a renegociar al alza el alquiler de sus negocios, a jubilarse anticipadamente o en muchos casos a cerrarlos. En la Comunidad de Madrid, esta situación, que perjudica únicamente a los contratos de titularidad jurídica (los firmados a nombre de una sociedad), ha provocado por ahora la desaparición de unos 6.500 negocios de los 35.800 que en principio estaban previstos, según la estimación de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) en base a un registro interno que indica que han cerrado alrededor de un 18% de los locales con renta antigua.

Se trata sobre todo de negocios familiares que en algunos casos casi han desaparecido. Los bares han sido la tipología más afectada, con aproximadamente el 19% de los locales. El resto de negocios afectado está más repartido: desde tiendas de ropa y zapaterías hasta talleres de reparación de calzado o de relojes. "Probablemente el número aumentará en los próximos meses. Muchos comerciantes han llegado a acuerdos para seguir solo unos meses más y poder dar salida así a la mercancía que tienen sin vender", precisa César García, secretario de Política Institucional de UPTA. "Los locales que se han cerrado se reparten fundamentalmente entre la periferia de la capital y el resto de municipios de la región, ya que en la zona del centro el comercio tradicional casi ha desaparecido", añade.

Es el caso de la calle General Ricardos, una de las arterias comercial de Carabanchel. "Aquí apenas quedan cuatro o cinco comercios tradicionales. El resto de locales están vacíos", asegura José Luis Sánchez, tesorero de la asociación de comerciantes de la calle. Sin embargo, en el corazón comercial de la capital han desaparecido recientemente dos de las tiendas más emblemáticas de la Gran Vía: la juguetería Así, conocida como "la casa de las muñecas", y Camisería Hernando.

Para estos negocios resultaba imposible hacer frente a un alquiler cuya cuantía podría ser cinco veces mayor de lo que pagaban. En el caso de 'Así', el alquiler mensual rondaba los 10.000 euros y le pedían 50.000 en el nuevo contrato. "Nos preocupa mucho que tiendas con raigambre, categoría y fuste estén en peligro de extinción", asegura Florencio Delgado, presidente de los comerciantes de la Gran Vía. "La calle ha sido tomado por grandes cadenas de comida rápida y ropa en detrimento de los negocios que le daban categoría, como Loewe, y que son imprescindibles", apunta.

Este auge de las franquicias es otro factor clave en que estén mermando las posibilidades de supervivencia del comercio tradicional. Según datos la consultora Barbadillo y Asociados, que elabora anualmente un informe sobre las franquicias, en los últimos cinco años, el número de locales comerciales franquiciados en la región ha pasado de 13.740 en el año 2010 a 15.210 en 2014, lo que supone un 10% más. La fortaleza de este tipo de negocios se basa en que el empresario que invierte reduce notablemente los riesgos: "Nos encontramos ante un negocio cuyo éxito ya ha sido probado y que ha sabido adaptarse a la coyuntura económica que venimos arrastrando desde hace algunos años", dicen desde la consultora.

Resisten "gracias al turismo"

Pese a ello, en el centro de la capital aún quedan negocios tradicionales que subsisten "gracias al turismo". "Estamos en un sitio de paso para el turismo y eso nos está salvando", sostiene un empleado de la Camisería Canalejas, en la carrera de San Jerónimo esquina con la Plaza de Canalejas. "Ha habido momentos malos en el pasado, pero este año se está empezando a notar una pequeña recuperación", apunta el dueño de Calzados Águeda, en la carrera de San Jerónimo, que cerrará su negocio en breve por jubilación. Su tienda será probablemente objeto de deseo de alguna franquicia. En la calle Mayor, la peletería Yaymar Coronas también resiste, aunque en este caso es debido a que aún tiene un alquiler de renta antigua debido a que su contrato es de titularidad física: "Si hubiera tenido que renegociar un nuevo alquiler tendría que cerrar", asegura su propietaria.

El fin de la renta antigua ha afectado a los contratos de titularidad jurídica firmados antes del 9 de mayo de 1985, bajo el régimen legal de prórroga forzosa. Ese año el entonces ministro de Economía y Hacienda, el malogrado Miguel Boyer, decidió, mediante el conocido como 'Decreto Boyer', eliminar la prórroga forzosa para los contratos que se suscribieran a partir de esa fecha, siendo las partes las que, libremente, pactaban cuál debía ser la fecha de finalización del contrato. Posteriormente, en 1994, Pedro Solbes, titular de la cartera de Economía y Hacienda, pretendió acabar con esta situación reformando la Ley de Arrendamientos Urbanos y concediendo a los afectados una moratoria de 20 años, un plazo que se ha cumplido en 2015.

Almudena Zarco: "Para nuestra familia es un trauma horroroso"

El próximo 31 de marzo Bisutería Otero echará el cierre tras 110 años de historia. Después de tres generaciones de comerciantes, serán las últimas semanas de este pequeño local con fachada de madera en el número 28 de la calle Mayor en el que se venden pendientes, collares, anillos y en el que podemos encontrar objetos únicos de los años 20.

Su dueña, Almudena Zarco, ha logrado una pequeña prórroga de tres meses para intentar vender parte de la mercancía que tiene acumulada después de no haber llegado a un acuerdo con los dueños del local para renovar su contrato de renta antigua. "Esta situación está suponiendo para nuestra familia un trauma horroroso", asegura ante la imposibilidad de pagar un alquiler más elevado y competir a la vez con franquicias que venden productos similares a un precio más económico.

Zarco afirma que con la desaparición de su establecimiento "se está perdiendo parte de la historia de Madrid". "Este local nunca ha estado cerrado. Sobrevivió incluso a la Guerra Civil", añade. Pese a todo, Almudena tiene planes de futuro: "Quiero montar una tienda nueva con todo el material que tengo aquí. Ya estoy mirando algunos locales del centro".

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