El mercado del arte da un respingo cuando el pincel de Gerhard Richter enturbia el lienzo con una confusión elocuente, una alegoría exaltada por planos, poesía, borrones y trazos de color. Con este patrón, su experimento de abstracción Abstraktes Bild alcanzó en 2012 un precio de 26,45 millones de euros en Sotheby's. Un año más tarde, su foto-pintura Domplatz, Mailand —esta vez de un realismo frío, encapotado— batía su récord al ser vendido en la misma casa de subastas por 28,85 millones de euros (una cantidad "irreal, repugnante", señaló entonces su autor).
El último informe elaborado por Arnet, empresa de referencia en el mercado internacional del arte, señala al alemán como el artista vivo más lucrativo de 2014 (en total, las ventas de sus obras recaudaron ese año 257,790,493 millones de euros). Le siguen en el ranking Jeff Koons —autor vivo de la obra de arte más cara, Balloon Dog—, que registró 150.758.947 euros; Christopher Wool, con 89.040.275 euros; el chino Cui Ruzhuo (66.677.210), el escocés Peter Doig (66.466.041).
Pero, ¿qué requisitos debe reunir un artista para que los coleccionistas estén dispuestos a pagar por su trabajo cifras millonarias? Alexandra Schader, directora del departamento de Arte Moderno de Sotheby's en España, apela a la trayectoria."Ninguno de esos artistas ha aparecido de un día para otro. Durante años han atraído la atención de críticos, comisarios y coleccionistas por sus estilos únicos y su creatividad". También Guillermo Cid Pardo, especialista en España de la casa de subastas Christie's, hace hincapié en la estrecha relación que, a su juicio, existe entre calidad y precio. Y, a su vez, entre estos y "la profundidad de pensamiento y belleza", dos rasgos que encuentra en los lienzos torpedeados por palabras de Christopher Wool.
Críticos, museos y fundaciones aportan otra visión. "La estrategia de los museos en sus adquisiciones no es la misma que la del mercado del arte", matiza el director del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), José Miguel García Cortés, que subraya que alcanzar grandes cotizaciones tiene que ver más con la posición de un artista en el mercado que con su perdurabilidad en la historia del arte.
Campañas de márketing y apoyos reputados
Desde la Fundación Telefónica, su directora de colecciones y exposiciones, Laura Fernández Orgaz, recuerda que la belleza y el talento son "relativos e inestables". La valoración de una autor está sujeta a tendencias "y dictados de gurús contemporáneos", reflexiona Fernández, que cita de Richter su variedad de registros, así como su presencia habitual en grandes museos internacionales como el Moma, algo fundamental para estar en primera línea.
Las modas, así como el marketing, también son claves para José Luis Aguirre, artista y director de la feria artística FLECHA (conocida como la hermana pequeña de ARCO), que se celebra estos días en Madrid. Y que lanza una advertencia: "El tiempo pone todo en su sitio".
Un pensamiento que comparte la redactora jefa de la revista especializada Descubrir el Arte, Ángela Sanz Coca, que señala la importancia de que el artista cuente con el apoyo de una galería con peso que le haga una buena campaña de promoción, especialmente en ferias, el lugar en el que hoy hay que estar ("dan visibilidad internacional y es donde se mueve el dinero"). "Algunos de los artistas más caros han demostrado su excepcionalidad. Otros, han tenido una gran campaña de marketing orquestada muy bien por las galerías más poderosas del mundo, que son las que regulan las leyes del mercado", resume Sanz Coca.
El poder de los nuevos coleccionistas
Hay otros factores, sin embargo, que hacen oscilar los precios y no tienen tanto que ver con la maestría. Por ejemplo, lo que tardan las obras en ponerse al alcance de los compradores (a más tiempo, más interés entre los coleccionistas). Otra razón que justifica los altos precios que alcanzan las subastas: "Hay nuevos coleccionistas de países emergentes como Asia, Rusia o Latinoamérica, con grandes posibilidades económicas, que quieren crear colecciones en poco tiempo. Para ello, están dispuestos a desembolsar grandes cantidades de dinero", explican desde Sotheby's.
Arte, cosa de hombres
La ausencia de mujeres en el ranking elaborado por Artnet (solo una en los veinte primeros puestos, la japonesa Yayoi Kusama, cuyas ventas en 2014 por valor de 38,84 millones de euros la situán en décima posición) refleja una situación que se repite "en casi todos los ámbitos de la vida", opina Aguirre, aunque su feria, FLECHA, es un ejemplo de paridad.
Sanz Coca también habla de "discriminación" en un sector en el que, curiosamente, el 70% de los alumnos de Bellas Artes e Historia del Arte son mujeres. "Pero muy pocas, por no decir casi ninguna, figura entre quienes deciden en el mercado del arte: no hay apenas curadoras con peso ni directoras de grandes museos. En las galerías importantes, solo un 15% de las exposiciones individuales son de artistas femeninas. El porcentaje es el mismo en lo que respecta a grandes premios", lamenta, antes de recordar que en España "el panorama es aún peor".
Escaso acento español
En cuanto a los españoles, también son muy pocos los que logran codearse con los artistas vivos que revolucionan el mercado global del arte. Manolo Valdés, con unas ventas valoradas 4.023.744 de euros ocupa una tardía posición 123 en el ranking de Artnet. Le sigue Miquel Barceló, en el puesto 178 (2.778.866 euros). Hay que remontarse al puesto 940 para encontrar otro nombre español, el de Juan Genovés (337.095 euros). Más allá, Lita Cabellut (puesto 985; 318.158 euros) y Eduardo Arroyo (puesto 1010; 307,580 euros).
Otro informe, el elaborado por Artprice, que tiene en cuenta las ventas efectuadas entre julio de 2013 y julio de 2014, añade apenas otro nombre: el de Jaume Plensa (nº 425, con 271.184 euros)-
¿Las razones? La casi nula resonancia de los artistas patrios fuera de nuestras fronteras, donde se realizan las grandes operaciones. Y la falta de galerías con peso internacional, aventuran los expertos.
Entre el diminuto número de artistas que han logrado en el último lustro sortear el ostracismo al que está condenado el arte nacional, además de los arriba mencionados, se encuentran Antonio López, Cristina Iglesias o, mucho más allá, Cano de Andrés (en realidad, José María Cano, antiguo intérprete de Mecano), cuyas pinturas realizadas con encáustica (técnica que utiliza cera como aglutinante de los pigmentos) han sido definida por The Times como de una "profundidad translúcida".
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