Artes

Desde campos de concentración a sistemas de camuflaje: diseños de arquitectos con uniforme

Un equipo de diseñadores de tácticas de camuflaje en una guarnición del ejército de los EE UU
From Robert P. Breckenridge, "Modern Camouflage: The New Science of Protective Concealment"

La arquitectura, sobre todo desde los años posteriores a la II Guerra Mundial, tiene una imagen pública basada en el humanismo, el bien común, los principios morales, la comodidad y la apariencia estética. Los arquitectos, sobre todo algunos, son saludados como augures de la armonía y, con demasiada frecuencia, como pensadores, cuando finalmente y en esencia son ejecutores de modificaciones y alteraciones de la superficie terrestre para satisfacer necesidades humanas, proyectos comerciales o veleidades políticas.

Cuando parece sobreentenderse que un arquitecto es casi siempre una buena persona —aunque a veces un poco sobrada de ego y chapucera en la ejecución de obras pagadas con el dinero público de los ciudadanos—, viene de perlas la exposición Architettura in uniforme. Progettare e costruire per la seconda guerra mondiale (Arquitectura en uniforme. Proyectar y construir para la II Guerra Mundial), hasta el 3 de mayo de 2015 en el Museo Nazi0nale delle Arti del XXI Secolo (MAXXI) de Roma. Demuestra que los arquitectos también son soldados.

Diseñador de Auschwitz y amigo de Gaudí

La original y sugerente muestra estudia cómo notables arquitectos también han trabajado para la maldad, diseñando, por ejemplo, el campo de concentración de Auschwitz —obra del alemán Ernst Neufert (1900-1986), colaborador de Walter Gropius, amigo de Gaudí y autor de un libro cuyo título,  Arte de Proyectar en Arquitectura, parece una broma grotesca teniendo en cuenta que fueron asesinadas más de un millón de personas en las instalaciones fabricadas según sus planos— , o las mortíferas y destructivas bombas incendiarias —que estudió, diseñó y proyectó el también alemán Eric Mendelshon (1887-1953), gran figura de la arquitectura expresionista, aunque éste trabajó para el bando contrario, los aliados, porque había escapado de Alemania antes de que su etnia judía llevara a los nazis a internarlo tal vez en el el campo de su colega gremial—.

La exposición del centro italiano, dedicado a todas las expresiones del arte contemporáneo, explora las "diversas formas en que los arquitectos trabajaron durante la II Guerra Mundial", tanto en el ensayo de materiales y nuevas técnicas constructivas, como en el diseño de formas inéditas de camuflaje y propaganda y la erección de "estructuras gigantescas" para ser usadas durante y tras el conflicto, originando una "profunda transformación de la arquitectura" mientras cuatro continentes resultaban "devastados" por la guerra de cuyo término se cumplen ahora setenta años.

Campo de pruebas de técnicas de construcción

Muchos arquitectos participaron en los combates, dicen los organizadores de la exposición, "mientras que otros continuaron con su actividad profesional al servicio de las necesidades del momento", aplicando "programas innovadores" de investigación y modernización técnica. La guerra mundial sirvió como laboratorio y campo de pruebas para "desplegar todos los tipos constructivos", tanto desde un punto de vista visual como de organización y uso de "nuevas herramientas de gestión de la arquitectura".

Además de "aclarar" el papel bélico de una disciplina "pasada por alto por la mayoría de los relatos históricos" y poner de relieve "proyectos desconocidos o mal entendidos", la exposición "arroja luz sobre el desafío ético que la guerra representaba para los arquitectos", dice Jean-Louis Cohen, comisario de la Architettura in uniforme, que analiza las figuras y trabajos de criminales de guerra como Albert Speer (1905-1981), arquitecto protegido por Hitler, que llegó a confiarle el ministerio de Armanento y Guerra, y también de combatientes de la resistencia como el polaco Szymon Syrkus (1893-1964), que salvó la vida al trabajar como ayudante de arquitectura en Auschwitz.

Le Corbusier, Gropious, Van der Rohe, Kahn...

Los principales profesionales de la arquitectura moderna estuvieron "involucrados" en un grado u otro en la guerra y los programas impulsados por ella, añaden desde el museo, que cita a nombres como Auguste Perret, Le Corbusier, Gropius, Mies van der Rohe y Louis Kahn, partícipes de una "zona gris" que nunca interesó promocionar. El austriaco estadounidense Richard Neutra (1892-1970), uno de los grandes teóricos del modernismo, llegó a escribir que los "mejores residuos" de la contienda fueron los cambios en la construcción y los materiales y la posibilidad de fabricar megaedificios "prohibidos" o de acceso controlado como el Pentágono o la planta atómica de Oak Ridge. En suma, sostenía que la arquitectura moderna nació a raíz de la II Guerra Mundial.

El repertorio de la exposición [aquí se puede descargar un PDF con un catálogo bilingüe italiano-inglés de 3,9 megas de peso] incluye, además de los temas citados, el análisis de los sistemas defensivos utilizados contra los ataques aéreos en Roma, Milán y Londres; el diseño de las gigantescas fábricas automovilísticas en Detroit de Albert Kahn (1869-1942); la investigación sobre percepción visual para mejorar el camuflaje del inglés Hugh Casson (1910-1999); los diseños de propaganda del arquitecto e ilustrador estadounidense Norman Bel Geddes (1893-1958); los objetos diseñados para tiempos de guerra por el matrimonio de Charles y Ray Eames, y el trabajo del entonces jovencísimo arquitecto paisajista Dan Kiley (1912-2004) para reconstruir en tiempo récord el tribunal donde se celebraron los juicios de Nuremberg contra algunos líderes nazis.

Hay una gran presencia de material relacionado con Italia, con obras anteriores y posteriores al fin de la guerra. Se pone especial énfasis en fotos como la del David de Miguel Ángel protegido con sacos terreros en la Academia de Florencia; los terribles dibujos del arquitecto Germano Facetti durante su internamiento en el campo de prisioneros de Gusen y los no menos dramáticos de escenas de guerra de Gabriele Mucchi, y proyectos del urbanista neofascista Gherardo Bosio (1903-1941).