Unas obras en la iglesia de Sant Pere de Ripoll (Girona) han dejado al descubierto un hallazgo del todo inesperado: cuarenta dragones de un metro de largo pintados con colores llamativos en el techo de este edificio románico. Los expertos han quedado sorprendidos por la riqueza de los colores, la cantidad de figuras —aún pueden salir más— y la variedad de los diseños.

"Esto no lo habíamos visto en ningún lugar", reconoce el arquitecto que dirige las obras, Josep Arimany. También ha aparecido la fecha, 1561, en una de las claves de bóveda, un hecho excepcional que situa el diseño en el gótico tardío en Cataluña. Ahora queda por ver si se recaudan los fondos necesarios para devolver el esplendor a una obra pagada por los feligreses hace cinco siglos.

Dragones con colmillos afilados, ojos salidos o llamas en la boca. Son algunos de los diseños que han aparecido durante las obras de mejora en la iglesia de Sant Pere de Ripoll que tenían que servir para consolidar los elementos decorativos del techo. Todavía no se pueden ver con precisión porque hay cuatro capas de pintura encima pero ya ha llamado la atención de los expertos.

Los dragones estan dibujados en los cuatro nervios que hay en las claves de bóveda, es decir, un total de ocho por cada claves de bóveda y que configuran el techo de este edificio románico, que ha vivido muchas reformas en función de los usos que ha tenido a lo largo de su historia. Hasta la datación ha sido una sorpresa. De forma excepcional, ha aparecido un 1561 en una de las llaves de bóveda, algo que ha emocionado a los presentes porque el día anterior discutían precisamente de la datación de los dibujos.

Los dragones, que pueden llegar al metro y medio de largo, pretendían alejar la maldad. Según Reinald González, el asesor histórico de la dirección facultativa de las obras de restauración de Sant Pere de Ripoll, el dibujo de un dragón se utilizaba para "alejar el mal". En este caso aparecen cerca de algunos de los símbolos de la ciudad, como es el gallo, pero también de religiosos, como las llaves de Sant Pere, elementos que los dragones debían proteger.

Las obras de mejora de la iglesia, que tenían que finalizar en mayo del 2015 con un presupuesto de 511.000 euros, no incluyen una partida para recuperar los 800 metros cuadrados de policromía. Haría falta conseguir más dinero para devolver el esplendor de unos dibujos que pagaron los mismos feligreses. A principios de año se sabrá el coste aproximado de los trabajos de recuperación. Lo primero que hay que hacer es quitar las cuatro capas de pintura que hay encima de los dibujos originales hechos en la piedra pero también inyectar mortero en los puntos donde la pintura no está bien consolidada. Esto significa tiempo y dinero.

El proyecto de mejora del edificio se ha financiado con una ayuda europea que aporta la mitad del coste total, mientras que un 6% irá a cargo del Arzobispado de Vic (Barcelona) y lo que resta, lo asumirá el consistorio. La idea es reconvertir la sala grande del edificio, sin culto desde 1936, en un espacio diáfano para acoger actividades culturales y exposiciones. También se trasladará el lapidario del monasterio que estaba en el claustro.